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El Telégrafo
Rosalía Arteaga Serrano

¡Ya basta!

09 de junio de 2020

Durante los primeros tiempos de la pandemia, cuando veíamos cómo los diferentes países iban cerrándose, decretando las cuarentenas, los aislamientos para todas sus poblaciones, así como escuchábamos las historias de los valientes médicos y enfermeros, y también la solidaridad evidente de diferentes sectores de la población, pensábamos que, aunque dolorosa, la experiencia de esta pandemia global del covid-19, al menos iba a dejar algo positivo: el afloramiento de las virtudes humanas, de la tolerancia, la paz, el respeto a los otros.

Sin embargo, ahora que va pasando el tiempo, cuando se habla de apertura de fronteras, de cese del aislamiento, nos enfrentamos, además de la situación económica de países como Ecuador, a otro tipo de pandemia, yo diría que mucho más grave, porque aparece como crónica y endémica de nuestras tierras, esa pandemia peor que el más mortífero de los virus: la corrupción.

Asistimos en estos días, no solamente al descubrimiento de las mafias incrustadas en los organismos del Estado, en las instituciones más variadas, sino que también afloran en los hospitales, en los gobiernos seccionales, en el reparto de los kits de alimentos, en la compra de las mascarillas y de los guantes y hasta en las fundas de los difuntos.

Una profunda sensación de asco se adueña de nosotros, que casi no podemos dar crédito a los casos clamorosos que se suceden unos a otros; aparecen en el Municipio de Quito, en la Prefectura del Guayas, en los hospitales públicos, en los cabildos más pequeños y, como esas aguas servidas, obscuras y gelatinosas parece que va invadiéndolo todo. No se puede tolerar la corrupción, que aparece junto con las asimetrías económicas, como la mayor lacra para las democracias. ¿Qué está pasando con los funcionarios públicos, que creen que llegan a los cargos con la finalidad de robar, de tratar de hacerse ricos al instante, que no tienen conciencia o tal vez esta es tan elástica que ya no saben diferenciar el bien del mal?

El robo de los insumos médicos, el sobreprecio de los alimentos, deben ser castigados con las penas mayores, con el peso total de la ley, porque no son simples ladrones, son criminales de la peor especie, que atentan contra la vida de sus conciudadanos.

Parece que la peste se extiende por todos los lugares, que lo va permeando todo, causando estragos sobre todo en la población frágil, generando incertidumbre. Con todo eso tendremos que lidiar, pero a la corrupción y a los corruptos les decimos ¡YA BASTA! (O)

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