Abraham Lincoln ya nos lo dijo en el siglo XIX, “Una papeleta de voto es más fuerte que una bala de fusil”; una de las frases más profundas e impactantes que denota los efectos a largo plazo que tienen nuestros votos.
Pensándolo así, con un voto abrimos un extenso abanico de futuros: ¿elegir a un político corrupto?, ¿crear leyes a la larga represivas?, e inclusive acercarnos a escenarios más extremos como ¿comenzar la Tercera Guerra Mundial? Y, por otro lado, con igual probabilidad podríamos: ¿dar poder a un líder honesto e innovador?, ¿reformar la normativa a favor de los más necesitados? o ¿acercarnos a tener obras de calidad apegadas a nuestra realidad?
El pasado 05 de febrero de 2023, nosotros, la totalidad de personas que conformamos el Ecuador, fuimos convocados a las urnas a elegir: Prefectos y Viceprefectos; Alcaldes Municipales; Concejales Urbanos; Concejales Rurales; Miembros de Juntas Parroquiales; Miembros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social y; en lo que podría ser otro objeto de reflexión aparte, el Sí o No en ocho preguntas propuestas por el Ejecutivo.
Acabamos de elegir a nada menos que 5.667 representantes, pero, ¿cuántos de nosotros tuvimos clara la historia sobre por quién votar en cada dignidad?, o ¿será que pecamos en elegir a las caritas desconocidas que se veían más simpáticas? Algo tremendo está ocurriendo por primera vez en el país, dado que no nos estamos sintiendo correctamente representados, si no me creen, les invito a explorar juntos el caso de Calacalí (Pichincha) y los vocales para su junta parroquial. Cifras del Consejo Nacional Electoral indican que existieron 1.806 votos distribuidos entre candidatos de los diferentes partidos y unos impactantes 2.071 votos nulos y blancos (1.882 nulos), así que invocando al numeral 3 del artículo 147 del Código de la Democracia ¡Se van a repetir las elecciones porque ganó el nulo!
Entonces, ¿qué está ocurriendo en nuestro país?, será que la apatía política se llevó la medalla de oro y que los ecuatorianos estamos ya cansados de personas que no nos representan y en la mayoría de los casos no cumplen sus promesas o será que simplemente esto ya no nos importa. Y sí, así como hay colores diferentes, hay visiones políticas distintas, es por ello que los ecuatorianos podemos tener demasiadas diferencias, pero lo importante es que nos une un objetivo común: la búsqueda de bienestar… bienestar para trabajar con dignidad, bienestar para salir a las calles seguros y, ante todo, bienestar para nuestras familias y seres queridos.
Así que panas, mucho ojo, votar sí es importante, pero para que el voto tenga un impacto positivo debemos hacer nuestra tarea, sea por nuestra cuenta buscar información sobre los candidatos y sus propuestas o, hablar con nuestros amigos/ familiares/ vecinos sobre qué nos lleva a un verdadero bienestar. Seamos nuevamente conscientes de nuestras papeletas de voto, estas pueden ser más fuertes que las balas de un fusil, porque si seguimos apáticos ante esta gran herramienta de cambio… ¡podríamos dispararnos en el pie!