En la mañana colapsó la corriente del Atlántico Norte y los casquetes polares se derritieron. Hecho seguido, gigantescas tormentas y un súper huracán inundaron Nueva York. Al mismo tiempo, tsunamis y olas de frío extremas azotaron más ciudades del hemisferio norte, llevándose incontables vidas humanas.
Por otro lado, un cambio en la corteza terrestre provocó terremotos masivos, desatando la erupción del supervolcán Yellowstone, destruyendo vastas áreas y cubriéndolo todo con cenizas. En consecuencia, se produjeron mega tsunamis que arrasaron las metrópolis costeras del mundo, inundando poco a poco toda la Tierra.
¿Panas, les suena a nuestro día a día? Pues no, aunque lo parezca, les acabo de resumir dos películas de Roland Emmerich: El Día Después de Mañana (2004) y 2012 (2009).
Crudamente parece que estamos viviendo nuestro propio guion apocalíptico, porque más allá de la crisis energética que nos azota, producto en parte de estiajes históricos, vivimos muchos otros eventos "de película".
Tan solo recordemos que el 25 de septiembre, incendios simultáneos en Quito destrozaron todo a su paso, afectándonos a todos y permanentemente a la flora y fauna. Y que el 2 de octubre, inundaciones devastadoras en el sur de la ciudad nos dejaron con la imagen de vehículos siendo arrastrados, dejando un camino de destrucción a su paso.
Y esto no es todo, hace quince días el huracán Helene segó la vida de más de 250 personas en Estados Unidos. Hoy, es el huracán Milton, fácilmente llamable “súper huracán”, que antes de impactar Florida fue de categoría 5, y el mismísimo Biden lo tachó como el huracán del siglo. Y no, no debemos buscar mucho para conocer otros desastres que afectaron a millones de personas: devastadores terremotos en Afganistán, torrenciales inundaciones en Nepal y Tailandia, arrasadores incendios en Chile, impactantes olas de calor en India y una triste sequía en el Amazonas.
Lo que la madre naturaleza da, lo quita sin siquiera temblar. Ante los inminentes desastres naturales debemos unirnos en comunidad y tomar decisiones a futuro con la asesoría de profesionales técnicos que nos ayuden a minimizar los impactos de vivir en carne propia otra película de Emmerich.
Así que, panas, ojo: nuestras decisiones siempre tienen una consecuencia, y si no la vemos hoy, les aseguro que la palparemos mañana. Como dicen los abuelitos: “El mejor momento para actuar fue ayer, y el segundo mejor es… ahora”. ¡Cuídense!