Con mucho pesar comparto que en nuestra bella tierra se está haciendo pan de cada día conocer alguna noticia sobre robos, asaltos, crímenes extorsivos ¡Y más de lo que no quiero detallar, porque sé que ustedes saben de qué les hablo!, así que nos surge la pregunta ¿Qué puede hacer un común mortal como nosotros para salvaguardar sus pertenencias, protegerse a sí mismo y a su familia?
La respuesta no es sencilla, sinceramente podemos afirmar que los típicos artículos con consejos cómo “usar contraseñas seguras”, “verificar el origen de los correos electrónicos” y “tener cuidado con los enlaces y descargas” no bastan. Así que quiero compartir algo más útil, pero asimismo chocante: dejen de compartir todas sus vidas en internet.
Si ustedes son de los pocos que tienen un ser cercano que hasta el momento no se le ha sido exigido vía WhatsApp por una ”vacuna” a cambio de su seguridad (y ni hablar de los emprendedores con negocios que les piden en persona), todavía están a tiempo de aplicar este útil consejo de limitar lo que compartimos vía online en internet.
Partamos del análisis argumental que nos da la reciente película estrenada “Identidad Desbloqueada” (sí está en Netflix panas). Que,si bien es ficción, no dista demasiado de lo que nuestros hijos o quizá inclusive nosotros hacemos.
En este emocionante thriller coreano, la protagonista, una chica joven adicta a su celular no deja de publicar todo el tiempo en redes sociales prácticamente todo lo que hace o no hace. El giro argumental se da cuando ella pierde su celular y este cae en manos de un delincuente que usa toda esa información para afectar la vida personal, laboral y familiar de la protagonista, incluso llegando a acercársele en la vida real como un príncipe encantador que en realidad tiene intenciones ocultas.
Hoy por hoy, la mayoría de delincuentes no acceden por la fuerza a bases de datos nacionales con nuestra información privada, lo hacen de una manera mucho más sencilla, solo deben tenernos vinculados como contactos o hacerse de un enlace sospechoso para conocer qué/ cómo/ cuándo y por qué hacemos o tenemos lo que tenemos. En aplicaciones de chat y redes sociales compartimos una cantidad aterradora de información, oro para los pillos prestos a identificar una oportunidad para hacer el mal.
Aquí les compartiré breve y concisamente dos recomendaciones para cuidar nuestra huella digital y protegernos. La primera es estar conscientes de ‘qué’ compartimos. Panas, debemos ser selectivos en lo que mostramos, porque es crucial comprender que poco se gana con hacer público en tiempo real en qué restaurante estamos almorzando o, que vamos a dejar la casa sola porque iremos a tal evento musical en una semana, son demasiados detalles, más aún cuando damos información sobre direcciones, fechas, números de teléfono y cuentas bancarias, ya que esto jamás debe ser entregado fácilmente en una era digital donde nada se borra. Antes de difundir algo, preguntémonos ¿Realmente necesito compartir esta información?, ¿nos pueden rastrear con estos datos? Y, ¿puede ser esta información utilizada en mi contra?
Con similar importancia, el conectar online es un maravilloso beneficio de las nuevas tecnologías, pero debemos identificar ‘con quién’ compartimos información. Si bien compartir nos permite sentir a nuestros seres queridos más cerca, lo que damos podría caer en manos equivocadas y ser usado para fraude, robo de identidad, extorsión y más. Así que, revisemos los ajustes de privacidad y quienes son nuestros amigos en redes sociales para que solo en quienes confiamos puedan ver lo que queremos que vean, la pregunta acá es más sencilla ¿Quién puede ver esta información?
Así que panas, lo que está claro como el agua es que no estaremos más seguros ni portando todos un arma, ni estando completamente paranoicos sobre lo que compartimos, las claves están en el qué y con quién compartimos la información. Vacunemos nuestra presencia online para evitar que nos pidan vacunas offline. Rimando un poco… ¡En línea y en la vida, la prevención es la salida!