Hoy exploraremos algo maravilloso y nos adentraremos en un mundo en el que poderosas damas defienden a sus reyes, y en el que devastadoras torres son bloqueadas por murallas de leales peones, me refiero al ajedrez, un juego en el que blancas se enfrenta con negras y dos personas ponen su alma, corazón y vida en un tablero de 64 casillas en búsqueda de dominar al rey rival.
Les hablaré de este deporte-ciencia, no solo porque el 20 de julio fue su día mundial (en conmemoración por la fundación de la Federación Internacional de Ajedrez FIDE en 1924), sino porque este llamativo juego cambió mi vida y tiene un especial lugar en mi corazón.
Aprendí a jugar ajedrez como muchos de ustedes, por nuestros padres, y recuerdo como si fuera ayer el momento en que por curiosidad participé en mi primer torneo de ajedrez. Una competencia interna de la institución educativa abierta a todos los estudiantes, en la que al menos en la primera ronda luchábamos todos contra todos sin importar el curso o mucho menos la edad.
Con un movimiento de torre a la fila 1 (yo era negras) gané siendo mucho más joven a un estudiante del último año de bachillerato. Fue la primera vez en la vida que sentía la electrizante sensación de victoria, fue increíble, por un lado, el asombro de mi rival y de todos los presentes y por otro el orgullo que sentía por semejante logro. Para mí fue algo obvio, simplemente no fui reactivo a las amenazas de mi contrincante (táctica) y puede ganar gracias a un plan a largo plazo que no vio mi rival (estrategia).
¡Panas!, lo que vino a continuación, pues ni les cuento… bajo la extraordinaria guía del Maestro FIDE César Alarcón y con alrededor de 50 medallas después, puedo hoy decirles sin dudarlo que el ajedrez me permitió ser la persona que soy en la actualidad ¿Pero por qué?
Diversos estudios, señalan que aprender a jugar ajedrez mejora la concentración, fortalece la perseverancia, ayuda a entender las consecuencias de nuestros actos, previene el Alzheimer y, potencia la imaginación y creatividad. Pero más allá de esto, tiene también efectos a temprana edad en los lóbulos prefrontales del cerebro y uso de lo que se conoce como ‘funciones ejecutivas’ y, ¿qué es esto y cómo así pueden cambiar sus vidas?
Desde la neurociencia se entienden a las funciones ejecutivas como la clave para controlar y autorregular nuestra propia conducta, siendo así necesarias para realizar con éxito cualquier trabajo que necesite comportamiento organizado y toma de decisiones coherente; dígase desde estudiar y cocinar, hasta extremos más extremos como realizar una cirugía cerebral. Siendo específicos, las ‘actividades mentales superiores’ a las que me refiero son:
• La anticipación & desarrollo de atención.
• Control de impulsos & autorregulación.
• Flexibilidad mental.
• Planificación & organización.
• Y, sobre todo, la selección de estrategias para resolver problemas.
Entonces, en otras palabras, practicar ajedrez desde temprana edad cambió mi vida porque me permitió desarrollar habilidades importantísimas para ser un hombre funcional capaz de resolver problemas… como dirían ustedes, ¡calmadito y planificador!
Así que panas, si quieren dar a sus peques una herramientaza para desarrollarse o, si ustedes están deseosos de aprender algo nuevo, que al mismo tiempo puede ser entretenido y desafiante, les sugiero totalmente aprender a jugar ajedrez, y por qué no, si ya lo practican, vamos a echarnos una partidita y con ello desear un ¡Feliz día a todos los ajedrecistas del Ecuador!