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El Telégrafo
Bernardo Sandoval Córdova

¡Palo por que bogas, palo porque no bogas!

29 de agosto de 2021

El “imperialismo yanqui”, forma con la que se ha expresado iracunda y despectivamente, a la influencia política, militar y económica de los Estados Unidos de América en el mundo, parece estar en un estado de deterioro. Los Estados Unidos fueron determinantes para que, en la Primera Guerra Mundial, las tropas aliadas, dirigidas por el Mariscal Foch derrotaran a la Triple Alianza: Alemania, Austria-Hungría y al Imperio Otomano y Reino de Bulgaria. Fue una gran muestra del poder político de la nación americana que emergía como una nueva potencia, condición antes reservada a las colonialistas naciones europeas.  La intervención estadounidense en dicho conflicto salvó a Europa.  Los Estados Unidos, nuevamente, fueron imprescindibles para que, en la Segunda Guerra Mundial, los países aliados se alcen con la victoria y le libren al mundo de un régimen nazi, expansionista, racista y genocida. Más aún recuperaron a Europa de las ruinas tras la exitosa aplicación de ayuda económica a través del Plan Marshall.  No hay duda que el mundo le debe mucho a los Estados Unidos, en el ámbito de su influencia y gestión.

 

Por otro lado, los Estados Unidos tienen también una historia oscura en cuanto a sus relaciones con otros países. A mediados del siglo XIX se apoderaron de gran parte del territorio mexicano, por la fuerza.  En la primera mitad del siglo XX ocuparon Nicaragua para defender sus intereses.  A pretexto de evitar la expansión comunista pero, también con fines de rédito económico, derrocaron en Irán, en 1953, al primer ministro Mohammad Mossadeq, democráticamente elegido. El golpe de estado fue urdido por la CIA e instaló en el poder al monarca afín a los intereses económicos estadounidenses y británicos, el Sha, Mohammad Reza Pahlevi.  En Guatemala, bajo circunstancias semejantes de defensa de intereses económicos y de propósito de contención del comunismo, derrocaron, en 1954, al presidente Jacobo Arbenz, también con participación de la CIA.  En historia más reciente, el apoyo a las dictaduras latinoamericanas de extrema derecha, violadoras de los derechos humanos ha sido otra lacra en las relaciones internacionales de los Estados Unidos.

 

La Guerra de Vietnam, es quizás el ejemplo más oprobioso de las relaciones internacionales de los Estados Unidos, en la que, nuevamente el propósito de evitar la expansión del comunismo, causó una guerra de tres lustros y que produjo un millón de muertos vietnamitas y más de 50 mil estadounidenses.

 

En el siglo XXI, el comunismo se ha disipado como una fuerza militar capaz de causar una catástrofe mundial. La nueva amenaza para occidente es el terrorismo islámico como lo demostró Osama Bin Laden el 11 de septiembre de 2001.  El mundo vive una realidad que ya fue pronosticada por Samuel Huntington en su libro “El Choque de las Civilizaciones” y esta realidad de terror ha motivado el nuevo protagonismo de los Estados Unidos.  Esta posición de vanguardia en contra del terrorismo, desplegada por los Estados Unidos, apenas ha sido, tibiamente, apoyada por naciones de la OTAN.  El bulto de la fuerza militar y del dinero lo ha puesto los Estados Unidos.

 

El mundo ha despotricado veinte años por el “intervencionismo yanqui” en Afganistán; ahora que los Estados Unidos salen de Afganistán tras el triunfo Talibán, el mundo despotrica en contra de los Estados Unidos.  Usted dirá.

 

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