La actual tragedia palestina comienza con la invasión de Israel cuando la ONU (Organización de las Naciones Unidas) decidió en 1948 dividir Palestina en dos partes: una de 11.500 kilómetros cuadrados para los palestinos y otra de 14.000 para los judíos dispersos por el mundo desde los años 135 después de Jesucristo. Los palestinos no fueron consultados para semejante invasión y expulsión del país donde vivían desde siempre. Mediante varias guerras contra los palestinos y los países vecinos, Israel, “ladrón de tierras”, no ha cesado de ocupar nuevos espacios, construyendo hasta un muro de separación, y ha llegado hoy a 22.125 kilómetros cuadrados. A pesar de las decisiones de la ONU, nunca Israel quiso dialogar con los palestinos ni respetar las fronteras fijadas por la misma institución. En los próximos meses, la ONU recién quiere reconocer al Estado palestino como miembro de la ONU mientras acogió a Israel en 1949. Semejante injusticia ha sido posible con la complicidad de Estados Unidos y de Europa, con el fin de controlar desde Israel a los países árabes y su petróleo.
Palestina, en Asia, un país muy pequeño -de unos 25.000 kilómetros cuadrados-, cuyo nombre le fue dado por los romanos, hace parte del mundo árabe. En el 1º y 2º siglo, varios levantamientos contra los invasores romanos terminaron con la destrucción de su capital Jerusalén y la expulsión de la mayoría de los judíos en el año 135. Luego de la conquista musulmana, por los años 650, unos palestinos se convirtieron a la religión mahometana. Así quedaron las cosas durante más de 12 siglos, cuando unos judíos de Europa decidieron regresar a la tierra de sus antepasados.
Los judíos se valieron de la ONU para lograrlo. La ideología que los guiaba se llama el “sionismo” (Sión era el otro nombre de Jerusalén). Estipula que la tierra prometida por Dios a sus antepasados era de ellos. Como lo vemos, se trata de un fundamentalismo religioso parecido al de los actuales musulmanes. Con 63 años de presencia en Palestina, los judíos hacen padecer a los palestinos un verdadero genocidio.
Se olvidaron de lo que dijo el profeta Isaías: “Así habla Yahvé, creador de los cielos… Pues él le puso cimientos de la tierra: No dejé la confusión, sino que la hice habitable”. Para Jesús: “Los verdaderos adoradores del Padre lo serán en espíritu y en verdad”.
Que la tierra santa de Palestina vuelva a ser habitable, en el respeto de los derechos del pueblo palestino, reparando la ONU las desgracias que ha provocado.