Dentro del foro de discusión de la propuesta Sistema Nacional de Investigación en Salud, realizado en Quito el 14 de julio, se planteó la compleja situación que dificulta llevar adelante investigaciones de impacto en el sector salud.
Poco personal formado, insuficiencia en equipos, falta de presupuesto, desvío del potencial investigativo hacia cuestiones exclusivamente asistenciales y administrativas, con lo cual la investigación se convierte en una penuria voluntaria y de pasión personal, poco reconocida y mal remunerada.
La penuria comienza desde la formación en la carrera en salud. Se prioriza la teoría y la metodología de la investigación, infinitas horas de diseños experimentales, estadística pura, hasta por fin y ya agotados, llegar al diseño de la investigación.
En la práctica, cuando se presenta un proyecto de investigación, deben llenarse complicados formularios con marco teórico, estado del arte, justificación, metodología, resultados esperados, impacto social, económico y ambiental, diseño económico, experiencia, bibliografía actual, cuadros económicos, firmas financieras de representante legal, investigador y abogado, y un acuerdo interinstitucional marco, también con visto bueno de abogados.
Superados estos obstáculos, quien realmente desea hacer investigación deberá tornarse en experto en trámites burocráticos: licencia ambiental, certificados de no ser deudor, no estar en la central de riesgos, presentar documentos certificados y notariados. Toda la documentación debe entregarse en una ventanilla para su revisión y, según el sentir del burócrata de turno, regresar porque siempre falta otro papel que no se solicitó al inicio.
Adicionalmente, el investigador debe aprender el sistema de licitaciones públicas, “conseguir” las tres proformas, adiestrarse en leyes y reglamentos de contratación, continuar con las regulaciones de la Contraloría esperando no ser glosado.
Al fin aprobado un proyecto, nuevos papeles, nuevas normas, más garantías, más firmas y controles. Después enfrentarse a los procesos aduaneros, para lo cual el flamante investigador debe especializarse y entrar al “juego de las aduanas”.
Este proceso tarda meses. En ese tiempo la propuesta ya es caduca y sin originalidad y los resultados no son publicables. Los pocos que logran finalizar los trámites han aprobado “cursos intensivos” de formulador de proyectos, estadístico, abogado, contador, vistaforador. Resultado: en salud el 2010 el país publicó 34 artículos científicos que representan menos del 0,0000001% del conocimiento mundial. Así nunca avanzaremos