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El Telégrafo
César Hermida

Otras medicinas

02 de julio de 2016

La OMS reconoce a las medicinas alternativas y complementarias (MAC). Aunque la biomedicina clínica o alopática, también de atención individual, la ve con suspicacia, Alba Sánchez (Sociedad Ecuatoriana de Acupuntura y Moxibustión) dijo, de modo clarificador (La acupuntura y moxibustión en Ecuador, Quito, 2010):

“Creemos que no existe más que una sola medicina, que, por ser producto del genio humano, tiene el carácter de universal, que integra, en un solo cuerpo, innumerables disciplinas científicas que se potencializan en su interminable búsqueda de la salud y el bienestar para el hombre. (Las diversas ‘medicinas’) no son sino grandes áreas de conocimiento que se complementan entre sí…”.

Menos ‘científicas’ se juzgan las de los yachacs o shamanes.   Para la región andina, Eduardo Estrella (Medicina aborigen. La práctica médica aborigen en la Sierra ecuatoriana, Quito, Editorial Época, 1977) destacó que la salud era “satisfacer algunas necesidades materiales”, y tener “felicidad, contento, alegría”. Diferenció en la nosografía las “enfermedades de los hombres y enfermedades de Dios”, las primeras sobrenaturales por el “daño” que pueden provocar unos seres humanos a otros (espanto, mal viento, mal de ojo, etc.) y las de Dios de carácter natural “que puede tratar el doctor con remedios de botica”.

Edgar Morin (Mi camino, Barcelona, Gedisa editorial, 2010), ante la pregunta de si el shamanismo es brujería, misticismo o religión, contestó: “Un poco de todo eso. Es un fenómeno universal en las culturas arcaicas, de Siberia al Amazonas pasando por México. (Un shamán) Es un brujo, un sanador, un hombre que se comunica con los espíritus y las fuerzas de la naturaleza… en el estado de trance suscitado por una bebida como la ayahuasca, o por un champiñón alucinógeno, o por el ritmo y el baile… (…) El mito, el rito y lo imaginario ocupan un lugar fundamental en el ser humano. (…)   La humanidad no ha dejado de estar poseída por mitos, dioses, ideas que, aun siendo producto y alimentándose del espíritu humano, se imponen a ella. Así como se puede morir por un dios allí donde reina, también se puede matar o morir por una idea”.

Las medicinas son atenciones individuales. Con ritos y símbolos propios. Buscan tratar las enfermedades para recuperar la salud. Incluso las científicas van acompañadas de ruegos de los pacientes a fuerzas sobrenaturales para su curación. La concepción de salud colectiva, como Buen Vivir, es otro paradigma, que hay que estudiar y construir. (O)

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