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El Telégrafo

¡Otra vez los ecuagringos!

05 de abril de 2012

En nuestro país hay una especie de individuos que de ecuatorianos solo tienen la cédula de identidad: son los ecuagringos, cuyo corazón y mente se hallan irremediablemente dolarizados. Sueñan con Wall Street, creen en el The Washington Post más que en la Biblia, aplauden todas las guerras del Imperio y muerden como perros rabiosos a todo aquel que se rebela contra los consabidos puntapiés del Tío Sam. Ya los oímos chillar cuando el gobierno de Rafael Correa expulsó del país a ese par de yanquis que, disfrazados de diplomáticos en Quito, dirigían el espionaje de la CIA moviendo a su antojo fichas policiales y militares.

Ya les vimos caer con pataletas cuando la expulsión de la embajadora metiche, para los ecuagringos, más sagrada que la Virgen del Quinche. Ya los sorprendimos reunidos en Miami ocho días antes del 30-S con los Isaías, los Lucio, los delfines de Madera de Guerrero planeando el golpe de Estado que les fracasó con un saldo de diez muertos y un centenar de heridos. Ya los encontramos a ellos, que se quejan de las sabatinas presidenciales, en millonarias cadenas internacionales orquestadas por la SIP dizque para defender la libertad de expresión amenazada en el Ecuador; esa misma SIP que fue fundada en La Habana en 1942 por los amos de los medios de comunicación, bajo el ala amorosa del dictador Fulgencio Batista.

Y ahora soportamos la vocinglería de los ecuagringos indignados porque el presidente Correa se ha negado dignamente, en nombre del Ecuador y América Latina, a concurrir a la tal “Cumbre de las Américas”, donde la voz cantante la tendrá, como siempre, el payaso de turno en la Casa Blanca. Los ecuagringos reclaman al Presidente, desde la Asamblea Nacional y los grandes medios mal llamados independientes, mayor pragmatismo, más cordura, más respeto a la bandera que lleva la guerra y la muerte a todas partes: Vietnam, Irak, Afganistán, Libia y medio planeta más, disponiéndose ahora a invadir Siria y amenazando a Irán, mientras los socios británicos de los yanquis se engullen las Malvinas con sus grandes reservas petroleras.

Es que los ecuagringos no tienen más patria que sus chequeras, y les enfurece todo gesto de soberanía nacional porque ofende a los saqueadores de pueblos. Ahora mismo más de uno añora el retorno de los marines a la base de Manta, dizque para combatir las drogas, de las que son los grandes consumidores y beneficiarios. ¡Tienen más concha que un galápago!

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