Hay quienes aseguran que la Organización del Tratado del Atlántico Norte -OTAN-, fundada hace 62 años en Europa, bajo el liderazgo de Estados Unidos, fue conformada con el propósito de agredir a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y a sus aliados, los países de Europa del Este. Por entonces, 1949, transcurrían los días de la Guerra Fría, posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Había nacido el instrumento de guerra de los 27 países que conforman la OTAN, la alianza atlántica del poderoso grupo de naciones que con el tiempo pasó a disponer de uno de los ejércitos mejor armados y más destructores del mundo. La trayectoria de terror que caracteriza a la OTAN ha dejado una huella de tragedia en los diferentes países hasta donde ha llegado para cumplir con una misión de muerte, ordenada por los señores de la guerra, obsesionados por apoderarse de los tesoros (petróleo, agua, posición geopolítica y etcétera) de los países pequeños, por detener un proceso de liberación política o económica de alguna de las naciones sometidas a la voluntad de los grandes, o por proteger la supervivencia del capitalismo en un tiempo en que peligra su estabilidad.
Esa huella de destrucción y de tragedia la sufren todavía los pueblos de Vietnam, de Afganistán, de Irak, o aquellos que vivieron la Guerra del Golfo, que no solo han visto la muerte de miles de sus compatriotas y a sus países convertidos en montañas de escombros, sino que, además, sufren gravísimas contaminaciones en su medio ambiente y “el síndrome de la OTAN”. Esto significa las más peligrosas enfermedades que décadas después de los conflictos armados todavía las padecen, además de los oriundos de las naciones víctimas de las agresiones, también los sobrevivientes veteranos de la OTAN, y los descendientes de ellos, nacidos con malformaciones congénitas graves, que hacen imposible la sustentación de la vida.
Sin duda que lo anterior es consecuencia de la criminal costumbre de los señores de la OTAN de utilizar las más inhumanas armas que, por serlo, son prohibidas en el mundo por las leyes internacionales. Como las municiones DU, que fueron utilizadas en la Guerra de los Balcanes. Ellas contienen uranio degradado y se usan en balas de ametralladoras antitanque y en cápsulas de artillería de largo alcance. Al dispararlas, cuando ocurre la explosión, el 42% de la radioactividad es integrada a la atmósfera en donde se mantienen durante 4,4 mil millones de años. ¿Qué perspectivas tienen entonces los pueblos de la región de los Balcanes? Los dramas ya se viven en Yugoslavia, Bosnia y Herzegovina, Croacia, Macedonia, Bulgaria, Albania, Grecia (actualmente Alemania se resiste a comprar sus vegetales), así como en la zona europea de Turquía y Rumania. Pero en atención a su proximidad, no se puede excluir a Italia y a los demás países de Europa, que también serán afectados.
Ahora, la OTAN cumple una misión de horror en diversas poblaciones de Libia. Con este propósito organizó y financió una guerra civil al interior de la nación del norte de África y siembra una carnicería dejando hasta finales de mayo 718 muertos y más de 4.000 heridos, en su mayoría elementos civiles. Sin embargo, temiendo una derrota ante el pueblo libio, los países de la alianza atlántica no invaden la nación que vienen asediando sin descanso.