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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Orígenes de Venezuela

24 de agosto de 2017

Los humanos tenemos la mirada corta porque somos pequeños en relación a la escala del universo y nuestro aparato visual es limitado. Poseemos, además, una memoria segmentada, nutrida con trozos de recuerdos de nuestra breve vida. El cruce entre la memoria escasa y la mirada corta nos reduce el mundo a la coyuntura de la que somos parte.

Para salir de la dimensión diminuta y adquirir perspectiva, tenemos que operar desde nuestra condición social con conceptos, datos y enfoque histórico, para finalmente comprender que, más allá del instante, formamos parte de una cadena de herencia biológica y cultural. Estamos equivocados si creemos que cada etapa histórica se cierra antes de recomenzar otra, o que se produce una especie de vacío que diluye a los habitantes de cada época. Eso no es posible, porque el largo tiempo, a pesar de sus momentos de ruptura, forma parte de un solo cuerpo, constituido por espacio y continuo social.

Venezuela es un cuerpo social e histórico. Lo que ocurre hoy en su territorio no deviene de la nada. Su sociedad es producto del cruce de formas sociopolíticas muy distintas, que se han relacionado por medio de la medición de fuerza, la imposición o la dominación. El conflicto en ese país caribeño, visto desde la coyuntura, nos impide reconocer el proceso histórico y las grandes batallas contra fuerzas externas, que se libran ahí desde hace cinco siglos, las mismas que sembraron desigualdad, injusticia, violencia y dependencia.

El espacio venezolano estuvo habitado por pueblos originarios desde hace más de 3.000 años, los cuales crearon modos de vida propios. En el siglo XVI se produjo el gran evento de penetración externa que provocó el exterminio de no menos de 900.000 nativos. Poco después, las élites criollas promovieron la llegada de miles de africanos en calidad de esclavos, lo que convirtió a Venezuela en el territorio con mayor población afrodescendiente del área andina, hasta alcanzar el 63% del total de sus habitantes.

Desde el siglo XVIII, Venezuela fue remecida por la penetración de nuevos factores externos. Producto de las presiones imperialistas por apropiarse de los recursos de Venezuela, ese espacio social siempre estuvo agitado. Se insertó primero al comercio mundial produciendo cacao, café, añil y algodón. Los afrodescendientes formaron palenques, refugio del 33% de la población que escapaba de la esclavitud para formar reductos de libertad y resistencia, sobre todo en la provincia de Caracas.

Entre 1684-1773 tuvo lugar la ‘gran rebelión Caribe’ en el Orinoco. En mayo de 1795 se alzaron en Coro; en 1730 apoyaron protestas de cacaoteros y comerciantes. En 1741 se produjo la Revuelta de San Felipe el Fuerte. En 1744 hubo tumultos en Tocuyo. Más tarde, mestizos y afrodescendientes nutrieron las bases de las guerras por la independencia. En 1928 Venezuela ya era el primer exportador petrolero bajo el control de compañías norteamericanas, que lograron desplazar a las inglesas y francesas (Hegemonía o Supervivencia, Noam Chomsky).

A lo largo del siglo XX  y hasta el día de hoy, los conflictos populares continuaron en el país caribeño, como respuesta del cuerpo social a la presencia de un sistema creado en Occidente, que se basa en la reproducción de un bien imaginado, el capital, por lo cual los grupos dominantes extraen los recursos naturales, crean formas de explotación de la fuerza laboral y estrategias para el control de las ideas. (O)

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