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El Telégrafo
Sebastián Endara

La opinión pública

17 de abril de 2019

La democracia puede ser entendida en gran medida como la posibilidad de existencia de la opinión pública. Es decir, un punto de vista plural, polilógico, heterogéneo, y ciertamente diferente al punto de vista del Estado o del sistema político.

Esto quiere decir que la opinión pública no responde a intereses que no están inscritos en su propia estructura y que tal opinión es más que nada la expresión de una tensión constitutiva de aquello que denominamos ciudadanía. La opinión pública requiere la garantía de que la libertad de pensamiento y expresión va a ser respetada por los poderes oficiales y fácticos y de que nadie puede ser discriminado por emitir públicamente sus criterios, sean a favor o en contra de determinado régimen, de determinada acción o situación.

Más allá de las coincidencias apocalípticas, nuestra Constitución consagra este derecho en el artículo 66.6. Pero la posibilidad de la opinión pública no es resultado de una perspectiva jurídica; al contrario, el orden jurídico es el resultado del ejercicio de esta opinión, y no de la imposición de un solo punto de vista.

De la potenciación y fortalecimiento de esta opinión se desprende una mejor democracia, lo cual nos acerca a las discusiones sobre la educación y el papel que juega en la edificación de una democracia saludable. Pero no se trata de cualquier educación, sino de una educación política en sentido estricto, que se defina por las capacidades que determinado individuo pueda madurar y asumir para defender y argumentar sus propios puntos de vista y las decisiones que toma sobre la administración autónoma de su vida, más allá de las hegemonías mediáticas o institucionales, y de las profundas carencias de información.

Una opinión pública así concebida nos libraría de las atroces mínimalizaciones que restringen cualquier opinión pública a estar a favor o en contra. La vida pública es más compleja que darles la razón a los que tienen el poder o a los que quieren el poder, y ejerciendo la autonomía solo se fortalece el respeto a la ciudadanía, a ti, a mí, a cualquiera. (O)

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