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El Telégrafo

Ollanta y el futuro latinoamericano

27 de junio de 2011

Su nombre en aymara quiere decir “el guerrero que desde su atalaya lo ve todo”.

Haciendo un poco de historia, recordemos que la República del Perú fue liberada en los campos de batalla de Junín y Ayacucho (1824), cuando Bolívar y Sucre doblegaron a las tropas españolas.

Medio siglo atrás, el 4 de noviembre de 1780, el cacique indígena José Gabriel Tupac-Amaru acaudilló un movimiento que conmovió los cimientos del imperio colonial europeo. Los indios se tomaron ciudades enteras, pero fracasaron por falta de organización. El 18 de mayo de 1781 Tupac-Amaru fue descuartizado vivo. Durante el proceso enfrentado con el visitador español le dijo: “Aquí no hay más cómplices que tú y yo. Tu por opresor y yo por libertador, merecemos la muerte”.

En 1941 el ejército peruano ocupó nuestra frontera sur. El conflicto, como sabemos, fue resuelto con la firma del Protocolo de Río de Janeiro, impuesto en beneficio de los EE.UU. en la segunda guerra mundial. Luego de múltiples conflictos fronterizos y conversaciones, ambos países firmaron en Brasilia el acuerdo definitivo de paz, el 26 de octubre de 1998. Desde entonces, los dos pueblos nos tratamos como hermanos.

Los principales rubros de la economía peruana son: la minería, el petróleo, la agricultura y la pesca. Es una de las más sólidas del mundo.

Un país con un alto crecimiento económico, pero no se refleja en la sociedad, porque los beneficios no llegan a los pobres. Una forma de acabarla fue la esterilización de 100.000 niñas. Muchas murieron.

Actualmente la pobreza afecta al 31% de la población, lo que constituye un alto índice de desigualdad. En el campo se concentra el 54% y en las grandes ciudades el 19%. Polarización que se reflejó en las elecciones, en medio de una campaña publicitaria sucia, cuyos hilos fueron manipulados por el gobierno de los EE.UU. y la oligarquía.

De ahí que no serán sencillas las cosas para el futuro residente del Palacio Quemado, sede de la Presidencia.

Felizmente, la educación humanista impartida por sus padres, militantes sociales, y el haber dedicado su vida como soldado a la defensa de los intereses nacionales y populares, avalan el cumplimiento de su proyecto político-social, al que se suma su afán de constribuir a la unidad y fortalecimiento de nuestra América Latina.

En su reciente visita a La Paz, comentó: “Yo sueño con la reunificación de Perú y Bolivia. Sueño con que en algún momento esa línea fronteriza desaparezca y volvamos a ser una sola nación… Aun lo tengo presente porque creo que este siglo es el siglo de América…”

Aquello, en nuestro tiempo, es expresión de la lucha por nuestra segunda y definitiva independencia.

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