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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

El nuevo papel de la OEA

19 de marzo de 2020

La humanidad enfrenta días difíciles. La pandemia del coronavirus es una experiencia inédita por su escala global, y una advertencia que obliga a pensar en la redefinición de los organismos multilaterales regionales y mundiales.

Después de un largo camino y tras la experiencia imperialista, absolutista-monárquica, el mundo terminó organizado en estados nacionales. La tragedia legada por la Segunda Guerra mundial, dio paso a un consenso para desarrollar entidades que institucionalizaran las relaciones entre Estados, destinadas a decantar los conflictos, evitar las guerras, lograr condiciones de bienestar social y respeto a los derechos humanos.

En 1945 nació la ONU y en 1948 los jóvenes países soberanos, derivados de las colonias europeas independizadas, fundaron la OEA. Desde sus inicios,  la OEA se definió como un organismo regional y multilateral, en el que cada Estado tiene igualdad de condiciones y voto para la toma de decisiones, marcando una diferencia con la ONU, entidad mundial en el que ciertos estados-potencias, poseen competencias y fueros denegados a otros.

En medio de altos y bajos, la OEA sigue siendo el organismo reconocido por la mayoría de los estados americanos, por lo tanto es la entidad destinada a facilitar en el continente, la transición que experimenta el mundo, cuyos mayores retos son: la paz, la justicia social, la adaptación a un nuevo modo de vida ambientalmente armónico y la pervivencia de culturas que afiancen la sensibilidad social y las capacidades para crear belleza y pensamiento crítico.

El 20 de marzo se elegirá a la nueva secretaria o secretario de la OEA. Una mujer ecuatoriana de probada capacidad, M. Fernanda Espinosa, quien ejerció hasta hace poco como Presidenta de la Asamblea General de la ONU, podría ser designada para ese cargo.

Esta será una elección decisiva para América toda, obligada a devolver a la OEA su rol de espacio para el diálogo, con el fin de decantar conflictos regionales y encarar el proceso de cambio civilizatorio. Sin ese paso será difícil enfrentar los grandes retos a los que se aboca un mundo, que tiene a América Latina como un lugar ambiental, social y político, significativo. (O)

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