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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

Odio racial

10 de octubre de 2019

Escribo esta columna fuera del país, lo cual es como ver los toros desde lejos. Recibo innumerables mensajes a través de las redes sociales, especialmente Twitter y WhatsApp, que es la forma moderna de comunicarse y hasta de gobernar. Y con base en los lamentables acontecimientos, percibo un increíble odio hacia los indígenas que están en agitación. ¡Qué horror!  

Yo creía que el odio y desprecio étnico era algo ya superado en Ecuador en este siglo 21, pero parece que solamente estaba oculto por una capa de igualdad racial de dientes para afuera. Y es que ingenuamente hemos aceptado que el indio costeño se autocalifique racialmente como cholo o montuvio, pues indios son solamente los del altiplano.

Bueno, son las aberraciones genéticas que hemos tolerado por un antiguo y marcado regionalismo de la sierra andina y de la costa tropical. Y a los indios amazónicos les damos una categoría especial.

Los sociólogos denominan a este fenómeno como odio o tensión étnica, interétnica o racial y se refieren a los sentimientos y actos de prejuicio y hostilidad hacia los grupos raciales en diferentes grados.

El odio racial tiene su origen en el tribalismo o en este caso en la base histórica del colonialismo español que infundió una cultura de superioridad racial española y europea; y por supuesto, la esclavitud del indígena iberoamericano. Pero el ecuatoriano se olvida de que somos una sociedad muy mezclada. Miren las estadísticas étnicas ecuatorianas y el muy bajo porcentaje de raza blanca. Lo cual no nos gusta aceptar.

Los conflictos étnicos se exacerban por un falso nacionalismo, que es explotado hábilmente por los políticos para lograr una muy engañosa unidad ciudadana o para ganar electorado con un llamado a manifestaciones ciudadanas en contra de un enemigo común, que ahora son los indígenas del altiplano.  

Pero el racismo en el país es un delito contra la Constitución y la ley. Las autoridades deben perseguir y castigar a los agitadores y terroristas, que no necesariamente son todos los aborígenes andinos. Y recuerden que, en su momento, cuando estos mismos indígenas protestaron contra el gobierno de Rafael Correa, fueron llamados soldados de la libertad. (O)

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