Muy pronto él sabrá lo que es ser toda una mujer, mensaje sugerente con el que se promociona una telenovela peruana. La idea suena diferente al típico narcoculebrón al que estamos acostumbrados; aunque por las imágenes está explícito el mensaje de “lo malo” que eso puede ser para el personaje: convertirse en mujer.
Existe una obsesión anti-rosa mediática -si por el rosa ligamos al color de lo femenino y a su vez se vincula a los gays en el imaginario popular (Hitler identificó a los homosexuales que asesinó en el genocidio con un triángulo rosa). Obsesión que preocupa y que se genera con reincidencia en Guayaquil, ciudad con un alto índice de femicidios.
Un desfile de personajes públicos como Fabricio Correa, Carlos Vera, pastores evangélicos, editorialistas, conductores de radio y TV, aluden el tema constantemente en los medios, para descalificar con sorna al rival; o mensajes que recalcan su “hombría”.
El presentador Ismael Cala, de CNN, llamó la atención a Carlos Vera por usar lo homosexual como un agravio. Vera dijo que en el país se lo equiparaba con la cobardía (sic). Para reivindicarse por el papelón, cuando volvió a Guayaquil, en la radio I99 repitió su símil ante las risitas de sus interlocutores y entrevistadores. Ahora lo saca nuevamente del armario cuando se refiere a la privacidad de sus actos, puestos a la luz en los cables WikiLeaks, para enfatizar que no le pueden “acusar” de maricón. Nadie le preguntó. Pero uno se cuestiona si decirle a alguien heterosexual significa machista y mujeriego. No, pero la sola mención suena prejuiciosa.
De igual forma, y sin tapujos, el Presidente insinuó en su enlace sabatino a la cirugía en la nariz de su canciller como un viraje sospechoso. Constantemente cita al matrimonio gay como un asunto moral. En el informativo de horario estelar Ecuador Insólito, un reportero autodenominado Dartañán proyectó la historia de un pastor “ex gay; publicitó así la falsa creencia evangélica de que la homosexualidad se cura; como lo harían con la drogadicción y el alcoholismo. ¡Insólito de verdad!
Boguemos entonces porque en la consulta popular la Ley de Comunicación que se impulse regule esos mensajes discriminatorios; norma que, sin embargo, está vigente en el Art. 11 de la Constitución del Buen Vivir y que debemos hacerla cumplir. No por coartar la libre expresión, sino la libre discriminación en el ejercicio político y periodístico, que aún no supera los atavismos del siglo XX.