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El Telégrafo
Fernando López Parra

“O rei Pelé”

07 de enero de 2023

La relación que mantengo con Brasil desde que el gobierno de ese país, en 1995, me dio la posibilidad de estudiar en la Escuela Brasileña de Administración Publica de la Fundación Getulio Vargas en Rio de Janeiro, se ha vuelto parte del cotidiano de mi vida. Creo que leo más textos en portugués que en cualquier otro idioma.

Luego de pasar la media noche del 31 de diciembre ya en la cama, no pude conciliar el sueño hasta la madrugada, me mantuve despierto no por el bullicio propio de la noche de cambio de año. Fue por pensar en Pelé. La noticia de su fallecimiento de alguna manera estaba esperada, por lo delicado de su salud y llegó el 29 de diciembre su triste deceso. Millones de personas en todo el mundo creo que buscábamos pensar y comprender la dimensión de su muerte, el real tamaño de la desaparición del “Rey Pelé”.

La conmoción fue de escala universal, tal y cual, como circula una noticia de una guerra o de un virus que afecta a todos. Las ediciones de los principales diarios del mundo se colmaron de las fotografías fantásticas del “Rey”, el New York Times, La Libération francesa, el diario deportivo L´Équipe, había 24 páginas y hasta el Financial Times colocó a Pelé en su portada.

Mis amigos brasileños inundaron las redes sociales con las noticias del astro del futbol, en una de ellas me trasladó a un periódico brasileño y textualmente en un reporte decía los siguiente: “Lloro intermitentemente desde ayer. es impresionante. No tenía idea de que sería así”. La confesión fue acompañada por la portada del diario italiano Domani, que decía: “Murió Pelé, el hombre que inventó Brasil” – “El titular definitivo”, afectó a este amigo, “porque el Brasil que el mundo ha aprendido a amar no existiría sin el ascenso de Pelé”.

De lo que se sabe ningún brasileño ha tenido un tratamiento igual. Por esta situación, Pelé fue el más grande de todos los brasileños contemporáneos, y en la cancha sin duda es incomparable. En el artículo para el NYT, José Miguel Wisnik resumió con precisión la destreza del Pelé futbolista: “Nadie ha combinado las habilidades del regateo y la velocidad, de los disparos con las dos piernas, del cabezazo preciso y fulminante, del juego de suelo y el juego aéreo, del sentido mágico del tiempo de balón, de la comprensión instantánea de lo que sucedía a su alrededor”.  La constitución atlética que solo hoy tienen los jugadores modernos él lo tenía hace sesenta años. Un poeta y ensayista señaló que parecía arrastrar la cancha consigo, como una extensión de su piel, hacia la portería contraria […], hacía que Pelé pareciera operar en una frecuencia distinta a la de los demás jugadores, viendo el mismo partido estaba participando a gran velocidad, mientras que otros, a su alrededor, parecían estar, tantas veces, viéndolo al rey a gran velocidad y ellos jugando a cámara lenta. Pelé se quedaba suspendido con sus ojos abiertos en el aire cuando jugaba con la cabeza.

En otra crónica brasileña se cita a Rory Smith, reportero de fútbol del NYT, reprodujo en el diario algunas historias de jugadores que se dieron a la tarea de enfrentar a Pelé. “Saltábamos juntos para cabecear el balón”, dijo el defensa italiano Giacinto Facchetti, “yo era más alto, saltaba más. Cuando volví a pisar el suelo, miré hacia arriba con asombro y Pelé seguía allí, cabeceando el balón. Era como si pudiera permanecer en suspensión todo el tiempo que quisiera”. Tarcisio Burgnich, compañero de Facchetti, resumió: “Traté de convencerme de que era de carne y hueso como todos los demás. Yo estaba equivocado." El portero Costa Pereira se cruzó en el camino de Pelé en una final entre su Benfica, campeón de Europa, y el Santos, campeón de Sudamérica. “Entré al campo con la esperanza de detener a un gran hombre”, relataría más tarde. “Dejé el campo convencido de que me superó alguien que no nació en este planeta como el resto de nosotros”.

Se fue el único rey que conozco y reconozco, “el Rey Pelé”, y como dicen ahora en Brasil, Edson Arantes do Nacimento murió; pero, “O Rei Pelé” vivirá por siempre. 

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