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El Telégrafo

Nuevo modelo municipal, pero sin garrote

14 de diciembre de 2013

Ya nadie quiere retornar al pasado de odio, violencia, injusticia y de sobresalto. Sectores sociales mayoritarios se adhieren, paulatinamente, a la era del cambio, en todos los aspectos, pero con un solo objetivo: mejorar las condiciones y modo de vida de los ecuatorianos. Como uno de los pasos para terminar con la época del neoliberalismo, ambiciones de lucro y del facilismo, se considera la apertura a los jóvenes, hombres y mujeres, ávidos de contribuir con esmero, patriotismo y afán de servicio, en la construcción de un moderno país. Es inaplazable  preparar a las nuevas generaciones en la histórica tarea de conducir a la patria por la senda del desarrollo y mejoramiento físico y espiritual.

Cuando aún no entramos a la campaña electoral para la renovación de los gobiernos seccionales, contemplamos absortos, y con el silencio de la prensa comercial, la agresión cobarde de un grupo de policías metropolitanos contra jóvenes que exponían una parodia referente al Alcalde del cantón. Es evidente que todavía quedan intrusos, aferrados a la violencia, que siguen utilizando el terror como recurso para mantenerse en el poder. Compartimos el criterio de que el único camino para superar los males del pasado es combatir a los desadaptados e incorporarse, decididamente, a la lucha por el cambio.

Se considera  un acierto la decisión de Alianza PAIS de seleccionar a una joven militante como candidata a dirigir el Municipio guayaquileño por sus dotes: convicción ideológica, capacidad, honradez, sentimiento humanitario y el anhelo de romper un modelo caduco y construir una ciudad de vanguardia preparada para el bicentenario. Promete un Guayaquil inclusivo, sin barreras en los parques, sin derecho de admisión, sin discriminación y sin garrote.

A su rival lo identifica como el representante de la partidocracia y lo llama el ‘candidato del garrote’, a propósito de la conducta represiva del policía metropolitano. La juventud ecuatoriana, entre hombres y mujeres, en el transcurso de la lucha histórica por defender sus derechos, no temió a la muerte y no dio tregua hasta lograr sus conquistas; a diferencia de los oligarcas, acorralados por el pánico, siempre utilizaron la violencia como arma para proteger sus intereses y privilegios.

Como la derecha política y sus escasos seguidores no quieren perder el bastión Guayaquil y a su personaje, alistan una campaña electoral agresiva y de calumnia con el apoyo de la prensa privada.

Por ventura, el pueblo aprendió a identificar a los enemigos de la Revolución Ciudadana y también a  conocer a los violentos, acostumbrados a proclamar la paz, pero a no hacer nada por mantenerla.

El violento es autoritario, se burla de la ley y está dispuesto a pisotear a los demás por conseguir ventajas personales. Guayaquil necesita paz, justicia social y obras para los sectores abandonados.

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