El nuevo modelo de desarrollo geológico-minero del Ecuador debe ser respetuoso de la naturaleza, de la biodiversidad y de los grupos nativos que en ella habitan. Debe ser un modelo propio, que refleje el conocimiento que tenemos de la geología y minería del país, fruto de las investigaciones realizadas en forma sistemática y planificada durante más de cuatro décadas.
La Ley de Minería en el artículo 6 dice: El Estado determinará de acuerdo a lo prescrito en el artículo 279 de la Constitución vigente y en función de los principios del buen vivir, así como de sus necesidades económicas, ambientales, sociales y culturales, las áreas susceptibles de exploración y explotación minera. En el Plan Nacional para el Buen Vivir (2009-2013) se señala que un quinto de la superficie del territorio ecuatoriano posee importantes recursos naturales no renovables -no señala su ubicación geográfica-.
Los estudios metalogénicos permiten determinar en un país o una región cuáles son las áreas que tienen las mejores posibilidades para realizar la búsqueda de yacimientos de minerales en forma científica y técnica, deducción a la que se llega teniendo en cuenta metalotectos (criterios): tectónicos, geológicos, magmáticos, estructurales, geoquímicos, geofísicos, así como la presencia directa de yacimientos, depósitos e indicios de minerales.
Los datos históricos, así como los estudios metalogénicos realizados en el país, determinan que el 95% de los yacimientos, así como la absoluta mayoría de los prospectos e indicios de minería metálica se encuentran relacionados a cuatro arcos volcánicos: Misahuallí, Saraguro, Macuchi y Celica, los cuales cubren una superficie no mayor a la sexta parte del territorio nacional.
En la actualidad, los trabajos de exploración y explotación minera metálica: gran minería, pequeña minería y minería artesanal, por su afinidad metalogénica confirman su relación a estos cuatro arcos. La única diferencia en estas categorías de minería únicamente está relacionada al volumen de reservas que manejan; la pequeña minería y la minería artesanal solo se justifica en yacimientos auríferos de filón (Portovelo, Ponce Enríquez) y bolsonada (Nambija, Chinapintza), mismos que se caracterizan por tener altos contenidos de oro -gramos/tonelada- al margen del volumen de las reservas; la gran minería, por el contrario, busca yacimientos de gran tonelaje (tipo porfídico), aunque el contenido -gramos/tonelada- sea pequeño.
En resumen, considero que amplias superficies del territorio nacional, como el callejón interandino y los grandes estrato-volcanes, la costa ecuatoriana, gran parte de la cordillera central y la cuenca oriental, zonas en las que habita más del 85% de la población ecuatoriana, sean declaradas libres de minería metálica. En las zonas montañosas señaladas se originan las cuencas hidrográficas más importantes del país.