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El Telégrafo

Nuevas izquierdas

04 de marzo de 2013

Las elecciones del 17 de febrero confirmaron el “espacio” de las nuevas izquierdas en Ecuador, que no se reduce a Alianza PAIS (AP), agrupación política triunfadora, sino que incluye al amplio electorado ciudadano que votó por Rafael Correa.
Hablo de “espacio” de las nuevas izquierdas porque el voto ciudadano mayoritario arrasó con los candidatos de las derechas. Además son nuevas izquierdas, porque la que siempre se reivindicó como verdadera y hasta única, sufrió un estrepitoso fracaso (3.26% de votos).

Desde luego, los resultados meramente electorales no pueden ser determinantes para identificar lo que es la izquierda en Ecuador; pero, sí son un síntoma de que hay una izquierda que ha quedado deslegitimada socialmente y carente de credibilidad, frente a un “espacio” político que reivindica su ubicación en la nueva izquierda.

La “lectura” de la realidad que hizo la izquierda derrotada estuvo equivocada. Y me llama la atención que entre los politólogos e intelectuales que la respaldaron, todavía hay algunos que siguen errando al analizar los resultados electorales, incluso en textos que están más cercanos a la ciencia ficción (alguno dice que se demuestra el “conservadorismo” de la sociedad ecuatoriana), difundidos por varias publicaciones electrónicas.

Contrariando a quienes se aferran al dogma de que la “auténtica” izquierda solo puede ser marxista, la nueva izquierda no es necesariamente marxista, aunque en sus filas también hay marxistas nuevos o viejos.

La tendencia ha sabido sintonizar con el cambio de era inaugurado en América Latina precisamente por los gobiernos de la “nueva izquierda”; valora la democracia representativa y la capacidad ciudadana para controlar el Estado y ejercer un nuevo poder político, capaz de sujetar los intereses privados al interés nacional; se identifica con el latinoamericanismo; entiende que el ser humano está por encima del capital; reconoce el emprendimiento; anhela el buen vivir, con equidad y justicia; postula la diversidad y pluralidad sociales; e incluye a quienes desean construir el “socialismo del siglo XXI”, que todavía está en proceso de elaboración teórica e histórica.

En la construcción de esa nueva sociedad puede aportar mucho la izquierda autodenominada crítica, aplicando esa misma capacidad a sus propias filas, porque también se identifica, con la nueva izquierda, en el común anhelo por superar al capitalismo y crear una sociedad latinoamericana distinta a la de su pasado.

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