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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

Nos dueles Colombia

30 de mayo de 2021

La situación de la vecina y hermana Colombia es espeluznante. Según Human Righs Watch suman sesenta y tres muertos, mientras según otra información rondan los cincuenta. La militarización que ha ordenado el presidente Duque está llevando a una masacre del pueblo colombiano, y los países de la región no han realizado un llamado vigoroso para que esto cese. Más aún, para vergüenza de los ecuatorianos, Lasso hizo su primera visita como presidente electo a Duque, con quien al parecer encuentra bastantes afinidades ideológicas y políticas. Sin embargo, Duque está mostrando una incapacidad abrumadora para enfrentar la crisis, y como lo dicen en algunos medios, un sesgo cognitivo que tiende a sobreestimar su habilidad, en términos morochos, un creído sin ninguna razón para serlo.

El estallido en Colombia comparte algunas características con las explosiones ocurridas en Chile y Ecuador, empiezan por una medida regresiva tomada por el régimen y una reivindicación concreta de la población que, una vez derogada, no hay quien pueda detenerlo; tiene mucho de espontaneidad y no han líderes que puedan reivindicarse como los interlocutores, salvo en Ecuador, pues el movimiento indígena fue el líder aunque ellos mismos reconocieron en octubre de 2019 que no habían previsto semejante movilización.

¿Qué es lo que ocurre en todos estos países? que ese pueblo movilizado no tiene nada que perder, porque no le queda nada ya. Pero concurrentemente hay políticos que no saben ni mirar las cifras de la gran depauperización y hambre a la que se enfrentan estos estratos sociales, menos aún tienen la sensibilidad para establecer políticas consistentes de redistribución y salvataje hacia estas poblaciones.

Además, un grueso de esos manifestantes que no dan tregua son jóvenes que no ven ninguna expectativa en estas sociedades construidas sobre su desesperanza y exclusión. Se arman con pasamontañas y piedras y salen a enfrentarse a un ejército que los tira a matar. Los interlocutores para los diálogos son imposibles de identificar y no son representativos. Otra parte importante de los movilizados son poblaciones indígenas históricamente postergadas y obreros empobrecidos.

El acuerdo de paz que firmó Colombia ha reconfigurado el escenario social y político, y sin duda, hoy, a un año de elecciones, estas movilizaciones replantean nuevamente la propia democracia colombiana, así como su entera configuración social.

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