¿No será mejor dejar que nos gobierne la máquina? Porque, admitámoslo, con las excepciones que existen, los jueces ecuatorianos de los últimos tiempos, como los “jueces de alquiler” no han demostrado tanta inteligencia y sensatez para resolver problemas humanos, porque la justicia en Ecuador en un derecho y no una dadiva del legislador, peor del operador de justicia de turno, entiéndase juez o fiscal.
La inteligencia artificial, leíamos el otro día, está cambiando nuestra relación con la realidad y el mundo como lo conocemos. Y claro el autor del comentario se hacía la pregunta con algo de miedo, ¿Qué va a pasar con esta nueva “inteligencia” en un país que parece carecer de cualquiera de ella?, interrogante que me apropio para trasladarla al mundo de la justicia ecuatoriana y compartirla en este espacio de reflexión.
Y es que de la mano con el comentario vuelvo la mirada al libro “Ruido: un fallo en el juicio humano” que se refiere a una investigación a fondo de la arbitraria aleatoriedad del juicio humano, o lo que sus autores llaman ruido. Los autores de ese libro nos ofrecen un panorama de lo ruidosas que son las decisiones en campos tan variados como el sistema judicial.
Piense en el sistema judicial que produce sentencias o en el sistema de suscripción para establecer las primas de seguros. Estos sistemas están destinados a hablar con "una sola voz". El autor nos cuenta que el ruido es la variabilidad no deseada del juicio profesional. En otras palabras, representa una coherencia insuficiente en la toma de decisiones. El sesgo, por el contrario, es más bien la tendencia de un individuo a utilizar los mismos patrones de toma de decisiones en situaciones similares. El sesgo tiene consistencia, pero no es capaz de llegar al resultado correcto. A pesar de las grandes diferencias entre estos dos conceptos, ambos representan errores de juicio.
Un estudio en el que se examinaron 1,5 millones de casos judiciales se descubrió que el ruido suele influir en las decisiones de los jueces. Las pruebas demuestran que las decisiones de condena varían sustancialmente para los mismos delitos. Pueden observarse discrepancias en las decisiones de un mismo juez, así como en las decisiones de distintos jueces ante casos similares. Ergo, se vulnera el derecho a la seguridad jurídica porque estamos frente a lo que se conoce como “criterio de bisagra”.
La inteligencia artificial se dice es una combinación de algoritmos que tienen como objetivo hacer que las máquinas piensen como nosotros y que tengan la capacidad de aprender. Entonces con la aplicación de la inteligencia artificial a través de algoritmos se pueden resolver sin necesidad de jueces, asuntos relacionados con las contravenciones de tránsito, lo relativo a fijación de pensiones alimenticias, entre otros. En fin, habría más seguridad jurídica, y los principios de celeridad y acceso a la justicia serian efectivos.
De escuchar y leer a jueces y a fiscales, con ironía decimos que es el momento de escribir el “Derecho Comparado” en el Ecuador, con lo cual se evidencia el ruido del que estamos hablando. Como van las cosas en materia de justicia, le apuesto a la inteligencia artificial, porque en la humana tengo mis reparos. La justicia ecuatoriana, con las excepciones que las hay, es producto del ruido y del sesgo, en las que se incluye el tráfico de influencias.
En resumen, la inteligencia artificial puede tener un impacto significativo en el sistema de justicia, pero es fundamental abordar los desafíos relacionados con la transparencia, la explicabilidad y los sesgos para garantizar que la inteligencia artificial se utilice de manera justa y equitativa, respetando los derechos fundamentales de las personas.