Tiempo de campaña, tiempo para el baratillo de ofertas, también es tiempo para hacer el ridículo en las redes sociales. Lamentablemente, la política en nuestro país se ha tornado en una especie de circo para el entretenimiento, un concurso de ofrecimientos descabellados donde también se da rienda suelta a las más bajas pasiones de ciertos candidatos participantes, todo lo hacen buscando el apoyo popular en las elecciones próximas. Se destaca en este contexto, sobre todo, la ausencia de propuestas serias para rescatar al país y atender las urgentes necesidades de sus habitantes.
Las tarimas, las redes sociales y el debate de los días pasados son espacios útiles para mostrar fidedignamente a los candidatos, de cuerpo entero, con sus capacidades, visión de las cosas y propuestas realistas, sin embargo, ocurre algo muy diferente, puesto que más bien la generalidad se muestra con una imagen no auténtica, fabricada y forzada, con discursos creados para exacerbar las emociones del electorado, con miras fragmentadas, parciales y de corto plazo, haciendo gala del populismo más refinado y, hasta de un realismo mágico político al puro estilo macondiano.
Lo que le dicen al pueblo difiere mucho de lo escrito en los 16 planes de trabajo de los binomios presidenciales, validados por el Consejo Nacional Electoral, son dos caras de una misma moneda, la primera nadie conoce, la segunda muchos. Hay quien ofrece un tren bala, traer 400 bancos a competir en el sistema financiero, crear un “escuadrón limpieza” para depurar las fuerzas del orden y el sistema de justicia, instaurar la pena de muerte, bajar el IVA drásticamente, aplicar inteligencia artificial intensivamente en el Estado. Y ni que hablar de lo que peregrinamente ofrecen candidatos a otras dignidades. Muchas son ideas alejadas de la realidad, sin contexto e irrespetuosas con la sociedad. No se enfatiza en elevar la política para fortalecer la democracia y las instituciones; tampoco se dice cómo implementarán lo ofrecido y, nada acerca del financiamiento necesario.
Los ciudadanos exigimos más respeto a los candidatos y a los partidos y movimientos políticos que los auspician, demandamos la máxima comprensión de la grave realidad nacional junto con la conciencia de saber qué hacer para transformarla, pedimos compromiso, seriedad y liderazgo auténtico enfocado en el bienestar y dignidad de los ecuatorianos, además, reclamamos actuar con objetividad, rectitud y responsabilidad.