A falta de los 137 “demócratas”, el Ejecutivo hasta que se elija un nuevo cuerpo legislativo, manejará los procesos de reforma y formación de leyes, excepcionalmente, por medio de decretos-ley con la revisión de constitucionalidad de la Corte Constitucional. Es decir, estos decretos no podrán exceder la regulación constitucional ecuatoriana. Eso es obvio.
Pero la Constitución dice que, si el Presidente de la República disuelve la Asamblea Nacional podrá emitir estos decretos solo en materia económica y que sea urgente, sin más, sin condición, a su criterio. Algo que no les gustó a los jueces de Corte Constitucional.
En la Dictamen 2-23-UE/23 de los pasados días, la ley propuesta por el Ejecutivo para atraer inversiones y arreglar en algo el desempleo y la generación de riqueza en Ecuador, fue negada por el filtro constitucional. ¿La razón?: no es urgente. Increíble.
No sé si no es notorio, no sé si no es público, no sé si estamos viendo un mismo país o algunos viven en un pequeño y tranquilo Ecuador; y, otros que vivimos en un país completamente distinto, lleno de necesidades, desesperados por hacer más, generar más, querer más que pobreza y desempleo.
La Constitución ecuatoriana, como el mejor de los relatos mágicos en cuentos de hadas, relata a un Estado que lo tiene que dar todo -ojalá así sea- pero no explica de donde va a sacar para cumplirlo, y eso es redacción mágica, populista, inservible y de reverso. No, Ecuador no puede pagar todo lo que promete, su mercado interno asfixiado por altos precios, hegemonía de mercado, falta de competencia y pocos ingresos de inversiones hacen muy difícil soñar en tener suficiente para dar, por lo menos, lo urgente.
En el contexto actual, el trabajo formal es urgente y nadie pide afectación de derechos laborales, pero si suficiente ingreso para poder pagarlos; el Estado necesita dinero para afrontar sus obligaciones que se encuentran escritas en la Constitución. Bienvenidos al mundo real, todo lo que se promete, se cumple, si no lo haces, alguien te va a reclamar hacerlo por ser de obligatorio cumplimiento. Pero en Ecuador se planteó una ley urgente y económica para afrontar obligaciones y atraer industria global y al parecer, esto, no es urgente. Timorato por donde se lo vea.
Finalmente, estamos con las manos atadas, ¿Quiénes? Nosotros, los trabajadores del día a día, los comerciantes del 97% al 99% de micro y medianos empresarios sin tener a quién vender porque más de la mitad del mercado está atrapada en el 1% de la gran empresa. No, ya no se vende sólo local, ahora se vende global, regional, pero en Ecuador eso es un sueño de cuentos para infantes. La obligación es seguir vendiendo como se pueda, a lo que sobra, a lo que dejan, a las migajas, a precio de gallina enferma, porque al parecer, la economía y la subsistencia diaria en este país, no es urgente.
Entonces, bienvenidos al Ecuador donde la pobreza, el desempleo, la nivelación del sistema empresarial y laboral, no ha sido urgente. Estúpido, pero constitucional.