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El Telégrafo
Valeria Arcos Hervas

No fue solo el debate

25 de agosto de 2023

El asesinato de Fernando Villavicencio marcó un antes y un después en la contienda electoral; pese a que algunos sectores de análisis posicionaron al debate como el escenario que catapultó a Noboa del séptimo al segundo puesto, este constituye una visión reduccionista porque, indiscutiblemente, no fue lo único que marcó este repunte. No porque este espacio no haya tenido peso, sino porque la coyuntura no permite analizar claramente qué fue lo que ocurrió.

La Revolución Ciudadana sin duda, a lo largo de los años, se ha consolidado a escala nacional como una de las pocas, por no decir la única, estructura política organizada, que tiene candidatos propios, frente al débil sistema de partidos del Ecuador y a la gran cantidad de candidatos sin partido, que hoy por hoy existen. Esto se refleja en los curules que han logrado captar en la Asamblea, que, aunque atomizada, muestra una sólida bancada de este partido, sin desconocer el espacio del movimiento Construye que se constituye en la segunda fuerza política al interior del legislativo.

La Asamblea, al posicionarse, deberá tener una agenda legislativa mínima priorizando lo esencial y asume el desafío de sentar las bases para el 2025 de manera que, una vez más, la gobernabilidad no se vea comprometida. La habilidad de generar acuerdos y la capacidad de concertar entre las distintas bancadas sobre temas de interés nacional se muestra emergente, más aún en el escenario actual.

Dos capitales políticos que por ahora no se muestran claros son: El voto joven que se constituye en el 50% del electorado y se moviliza por causas, mismas que hasta el momento no han sido visibilizadas de manera enfática por ninguna de las alternativas a segunda vuelta. Por otro lado, se encuentra el movimiento indígena que, aunque no participó directamente en las elecciones a la Presidencia, no deja de constituirse en un sector clave con quien mantener acercamientos y al que tener en el radar.

La carrera por la Presidencia en la segunda vuelta enfrenta a un candidato y a una estructura política, lo que podría representar una asimetría de fuerzas. No obstante, mucho dependerá de las herramientas de aire o tierra que apliquen y de la capacidad de que sus propuestas se posicionen en la mente de los electores y electoras, superando el quehacer político de la tarima.

Lo que sigue es consolidar liderazgos, estructurar propuestas que dialoguen con el votante y pasar de la mera divulgación de información a la real interacción para movilizar la votación de manera efectiva. El debate es un elemento fundamental, pero nunca el único para definir por quién optar; pero sobre todo debemos volcarnos a quien permita retomar el rol natural del estado de generar las condiciones suficientes y necesarias para garantizar los Derechos Humanos y vivir en democracia.

Robert Kennedy en su discurso en Indianápolis en abril de 1968, tras el asesinato de Martin Luther King preguntaba “qué clase de nación somos y en qué dirección queremos avanzar (…) podemos avanzar en esa dirección como país, en una gran polarización (…), llenos de odio los unos hacia los otros, o podemos hacer un esfuerzo (…) para entender y comprender, y reemplazar esa violencia (…), con un esfuerzo por entender con compasión y amor”.

La capitalización política en esta segunda vuelta será, sin duda, del candidato o candidata que entienda que el punto de dolor del Ecuador y del electorado, ha superado lo deseable y que buscamos una alternativa conciliadora, concertadora y propositiva.

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