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El Telégrafo
Daniela Leytón Michovich

Nicky Jam o Ariana Grande: El voto reactivo vs. voto posicional interseccional y el nacionalismo banal

20 de octubre de 2024

Las nuevas estrategias Trumpistas para enamorar el voto latino, aterrizan en lo que varios académicos han identificado como patrones de comportamiento de las nuevas derechas. Lejos de centrarse en un determinado grupo elitista, su mensaje intenta abarcar a todos aquellos conglomerados sociales que con el paso de los años han madurado y desarrollado distintas formas de participación en la escena pública. Entonces, la dinámica cultural resulta clave y urgente: música de salsa, el reggaetón o un Trump con sombrero de mariachi surge como un dispositivo que con los decibeles en aumento intenta velar una intención altamente conservadora, nacionalista, con total falta de estrategia política ante el fenómeno global de la migración y con mucha visión empresarial para la contratación de empresas constructoras de muros. 

La activación de lo políticamente incorrecto, la pose del outsider que dice y hace lo que quiere también es astutamente encausada hacia la población joven que es la más conservadora, es aquella enojada con la postura de los padres.

El performance de Trump, encontró eco en latinos que viven en EE. UU. y que mantienen un nexo profundo, cultural, emocional y nacionalista con su país de origen, pero del cual se sintieron expulsados por la falta de oportunidades. Toda la frustración y el cansancio de vivir fuera de lo que consideran hogar, alejados de sus seres amados encuentra un punto de coincidencia en el discurso Trump que aborrece cualquier tipo de política socialista, que la responsabiliza de su actual situación, una especie de sesgo cognitivo que excluye la múltiple inter-afectación entre los Estados y los fenómenos como la glocalidad. A este tipo de participación la identifico como voto reactivo.

Por otro lado, el partido demócrata, mediante la representación de Harris, trata de exaltar y enfatizar lo que identifico como un “voto posicional interseccional”. Este tipo de convocatoria se centra en la memoria de la alta migración del país del norte, en la posibilidad y realidad del “dream”, un país que promete un ascenso social y mejor calidad de vida, éxito profesional y económico.

Además de esto, se trata de la potencialidad de contar con una presidente mujer que recuerda el retroceso de los derechos en la administración Trump que, entre otras cosas, criminalizó el aborto. 

La posición de Harris desenmascara toda la lógica patriarcal de su oponente mientras ejercita el gesto feminista más subversivo: la sonrisa ante el absurdo y el berrinche y destaca proyectos en sintonía contraria a los que aún creen que el cambio climático es falso y la tierra es plana.

Este panorama desmitifica la homogeneidad del voto latino, resalta las tensiones entre dos formas de concebir la regulación y el pacto de la convivencia social. A su vez, la velocidad mediática y el alto valor del consumo instantáneo, convoca a la generación de chispas banales nacionalistas, otra forma de infantilizar al electorado y de mostrar una total falta de creatividad a la hora de exponer temas complejos por la amenaza de la cancelación. Entonces optan por refugiarse en las alianzas con artistas faranduleros como una suerte de anzuelo para atraer simpatías. 

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