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El Telégrafo

Ni vencedores…, ni vencidos

22 de febrero de 2012

La decisión adoptada por la Asociación de Árbitros Profesionales de declarar un paro indefinido y la posterior postura de la FEF, de suspender las jornadas que estaban programadas y debían disputarse por el Campeonato Nacional, constituyen uno de los episodios más tristes en la historia de nuestro fútbol.

Es que en todo esto, no hay vencedores ni vencidos, con esta lamentable medida perdemos todos, perdió el fútbol y lo hizo por goleada. Los estadios quedaron vacíos, la ilusión se fue al piso, la pelota se quedó quieta y quienes nos preciamos de amar el fútbol, experimentamos una mezcla de tristeza y preocupación.

Me parece que a esta altura  no es precisamente importante establecer si fueron los jueces, con su indeclinable y firme posición,  o los dirigentes, con una tardía y tibia reacción, a quienes asiste la razón. Argumentos más, o criterios menos, son parte de esta historia, de esta negra historia, lo que realmente debe preocupar es la medida de hecho, el porqué se llegó al límite, qué aspectos contribuyeron a tomar tan drástica medida, por qué se agotó la capacidad de diálogo, son varias las interrogantes y pocas las respuestas.

En esta misma columna, hace apenas una semana, ponderábamos la exitosa labor del directorio que preside Luis Chiriboga, de los triunfos y logros alcanzados producto de una labor infatigable, inteligente y dedicada, exclusivamente, al desarrollo del fútbol nacional y a la vez hacíamos un llamado a retomar ese sendero, donde prime la sensatez y el análisis, donde deponiendo actitudes se priorice la reflexión y el respeto, lamentablemente, sin que haya cesado la tormenta que ha significado el polémico tema de los derechos de transmisión por televisión, ahora explotó en las manos de los dirigentes de la FEF el paro de los árbitros.

Reitero, sin importar a quien le asiste la razón, lo realmente importante es ir un poco más allá. La organización del fútbol ecuatoriano ha transitado en los últimos años un camino de absoluta normalidad, con dirigentes permanentemente comprometidos con el progreso y desarrollo de este.

El presente año, por lo menos el arranque, ha sido demasiado problemático, las decisiones adoptadas en el nefasto congreso del pasado 6 de enero, dejan ya algunos heridos,  en un cruce de fuegos que a nadie favorece y que por el contrario termina perjudicando a todos. Da la impresión que de la noche a la mañana se perdió la cordura en la aplicación de los estatutos y reglamentos, al parecer, la vanidad, la arrogancia y el  autoritarismo se apoderó de algunos dirigentes y esto  peligrosamente nos   lleva  al filo del precipicio.

El paro de los árbitros  es una clara manifestación de inconformidad, es un rechazo, penoso, pero enérgico de quienes sienten que existen presiones para su labor y que definitivamente perdieron la confianza en quienes toman las decisiones. Es la demostración del ambiente enrarecido que por hoy se vive en el seno de la FEF.

Hacemos votos para que esta situación termine, el aficionado extraña el espectáculo, queremos una vez más ver rodar la pelota en los estadios del país y que vuelva la fiesta inigualable y multicolor del fútbol.  De todo corazón anhelamos que todos estos desencuentros terminen, que impere el respeto, que se observe como premisa fundamental las leyes y reglamentos, que se depongan posiciones e intereses personales, porque a fin de cuentas  en este enfrentamiento absurdo no hay vencedores ni vencidos…

Aquí perdemos todos y por goleada.
Se anuncia para fin de mes la realización de un Congreso Extraordinario, confío y mantengo la esperanza de que este servirá para terminar con esta tempestad que está poniendo en peligro la estabilidad de nuestro fútbol. El país futbolero está pendiente de la actuación de cada uno de los dirigentes  y, sobre ellos, recae la responsabilidad de legislar por y para el fútbol, sin ningún otro afán o interés, basta señores, no manchen más la pelota.

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