Las modernas tecnologías de la información y comunicación (TIC) llegaron para quedarse y sorprender con sus avances que replantean la manera de concebir y de hacer muchas cosas, desde las más sencillas hasta las complejas. Inteligencia artificial, big data y la combinación de algoritmos generan ideas y arrojan soluciones a sinnúmero de problemas propios de la existencia y vida social, incluido las profesiones.
Esta realidad impulsa a pensar en forma innovadora asuntos como la tributación sobre la renta y al valor agregado cuando se trata de la puesta en acción de diversos modelos de negocios en la internet, red que permite hacer actos de gran valor económico y generar ingentes ingresos a empresas o particulares: la economía digital está aquí.
Es importante contar con criterios objetivos y sencillos para que las operaciones que allí se realizan sean tratadas con equidad respecto a las que se ejecutan mediante vías tradicionales; aquellas pueden consistir en la compraventa de bienes materiales e intangibles, asesoría, etc., con el empleo de aplicaciones disruptivas que ofrece el mercado, como Uber, Netflix, Spotify o Airbnb. A propósito, recordemos el incidente presentado hace poco con taxistas que se sintieron amenazados por el uso masivo de Uber, por usuarios que claman justamente mejor calidad y precio del servicio.
Sucede que Ecuador carece de políticas y leyes acerca de esta compleja realidad, ante lo cual apremia revisar conceptos, rediseñar políticas y actualizar normativas, consolidar el gobierno digital, evaluar soluciones adoptadas en otras latitudes como Colombia o la Unión Europea, así como conocer los debates y directrices de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a la cual solicitamos ingresar. En todo caso, se requiere pragmatismo e inteligencia para crear salidas que equilibren el interés fiscal con la necesidad de proveer condiciones para desarrollar esta nueva economía. (O)