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El Telégrafo
Ramiro Díez

Historias de la vida y del ajedrez

Negros peligrosos

Historias de la vida y del ajedrez
12 de junio de 2014

Springfield, Illinois (EE.UU.) es una pequeña ciudad, famosa porque allí vivió por 24 años Abraham Lincoln. Pero debería ser famosa por otras cosas que la historia no cuenta, como lo que sucedió en 1908.

La ciudad era un foco de tensión racial:

Los migrantes europeos no calificados reemplazados en sus trabajos por afroamericanos con menor salario.

Era agosto, y días atrás, la ciudad se había conmovido por el supuesto asalto de afroamericanos a mujeres blancas. Los hombres estaban en la cárcel. Solo faltaba una chispa para que todo explotara.

La chispa se encendió a través de Mabel Hallam, una joven bella, descendiente de alemanes, que trabajaba como asistente de un conocido pastor religioso que también era dueño de una fábrica.

El cuerpo grácil de Mabel era demasiada tentación para el empresario y predicador, y durante meses acosó a la chica, pese a que ella estaba casada. A través de presiones de toda clase, el pastor hizo que Mabel se quedara hasta más tarde en la oficina y, de alguna manera, terminó abusando de ella.

Inquieto por la tardanza de Mabel, que solía llegar a la hora exacta, su esposo la acosó con preguntas. Ante la turbación de la mujer, él mismo, a la fuerza, le quitó el vestido y descubrió que su esposa tenía la ropa interior rota y sucia. A la chica no le quedó otro camino que mentir: un hombre negro llamado George Richardson la había violado en algún lugar del camino.

Entonces, rifle en mano, el esposo convocó a los vecinos y se inició la masacre: una pequeña turba de hombres blancos salió a disparar contra todos los negros que se encontraran. Al extenderse la noticia, otros grupos blancos se sumaron al torbellino de destrucción y la noche se llenó de disparos, muertes, casas quemadas, y muchas niñas y mujeres negras fueron violadas antes de ser asesinadas por la turba. Más de 10.000 blancos armados recorrieron la ciudad persiguiendo incluso a los judíos, a los que acusaban de proteger a los negros. William Donnegan, afrodescendiente de 84 años, que estaba casado hace 50 con una mujer irlandesa, fue colgado de una farola. Esa noche, 20.000 afroamericanos huyeron de la ciudad y perdieron sus hogares para siempre. Años más tarde, Mabel Hallam reconoció que George Richardson, el joven negro acusado, nunca la violó. Pero ya Springfield era una ciudad más tranquila.

El predicador que había violado a Mabel, en ese tiempo adelantó una campaña en las escuelas blancas, para enseñar a las niñas a evitar ataques de los negros. Acá los negros, maniatados, tampoco tienen defensa:

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