El Gobierno ecuatoriano ha decidido reiniciar las negociaciones con la Unión Europea (UE). Aunque las principales autoridades de la UE han dicho que se negocia un tratado de libre comercio (TLC) convencional, el Gobierno ecuatoriano ha manifestado que busca un acuerdo distinto y, además, ha marcado varias ‘líneas rojas’ en aspectos relacionados con propiedad intelectual, compras públicas, impuesto a la salida de capital, entre otras.
Es interesante notar que sin TLC con la UE ni con EE.UU. (dos destinos que en conjunto suman 55% de las exportaciones ecuatorianas) la tasa de crecimiento ecuatoriana (3,8% en 2013, según la Cepal) ha sido muy superior a la media latinoamericana (2,6% en el mismo año) y también superior a la de varios países que se precian de haber firmado TLC con EE.UU. y la UE. Por cierto, muchos países europeos están inmersos en una fuerte crisis económica (Portugal, Irlanda, Grecia, España, Chipre, Francia).
En consecuencia, es necesario analizar la necesidad de los TLC, en su formato convencional, para impulsar el crecimiento económico y, de manera más amplia, el desarrollo. No existe ningún estudio concluyente al respecto: los TLC no impulsan el crecimiento, pero tienen otros efectos muy negativos para el desarrollo endógeno o la acumulación interna, como lo atestigua la experiencia mexicana (problemas sectoriales) y, más recientemente, el caso colombiano (deterioro de su balanza comercial).
No será posible el cambio de la matriz productiva con tratados de libre comercio; las condiciones reales no lo permiten.Quienes quieren lograr un acuerdo similar al ya firmado por Colombia y Perú no han mostrado ninguna convicción en la necesidad nacional de modificar la matriz productiva. En general, son grupos de presión muy importantes en el país, que quieren mantener el statu quo. Este esquema ya se definió en el siglo XIX. Por lo tanto, si no se logra una negociación diferente a la de Colombia y Perú, se estaría condenando al país a un tercer siglo de subdesarrollo dependiente.
En realidad un punto clave está en cómo se negocie el intercambio que se registra en la balanza de bienes. Y, además los problemas mayores se encuentran en la balanza de servicios y de capitales, lo que antes se conocía como ‘invisibles’, que son, precisamente, los temas más sensibles para el país.
Si la visión de desarrollo de Ecuador es diferente a la de Colombia y Perú, existe un parámetro básico para determinar si las negociaciones con la UE son positivas en nuestro caso: cuán diferentes pudieran ser los acuerdos para Ecuador, en relación a los alcanzados por los dos países vecinos.
La política de comercio exterior debe articularse a la política de desarrollo interna, que en nuestro caso es el cambio de las formas de producir y consumir. No a la inversa. No será posible el cambio de la matriz productiva con tratados de libre comercio; las condiciones reales no lo permiten. Este es el meollo del asunto.