La ideología política tiene utilidad, en tanto y en cuanto se presenta exclusivamente como herramienta efectiva para solucionar los problemas de la población, solo así se justifica tomar partido por tal o cual posición. Sin embargo, en el Ecuador de hoy, la ideología se ha convertido en un galimatías de manifestaciones y pugnas, en donde la falta de sindéresis, los pactos de conveniencia y los intereses creados, la han desnaturalizado por completo.
Para lograr que la participación en política no sea considerada, como un demérito asociado a la mentira y a la manipulación que se ejerce desde las campañas electorales, es indispensable que el equilibrio y ecuanimidad en las propuestas, tengan el sello diáfano de la transparencia y el correcto proceder, de otra forma, se configura un laberinto plagado de incoherencias e interesado direccionamiento.
Denigrar al mensajero con la intención de no debatir el mensaje, acusar sin el mínimo respeto a principios y valores que, deberían ser honrados hasta en las más encarnizadas batallas, constituye una equivocada forma de hacer política que solo puede ser comparada con el canibalismo y la ignorancia.
Hoy que estamos a las puertas de una nueva jornada de elecciones intermedias, se vuelve ineludible y obligatorio la reflexión sobre ideologías y propuestas. Los ecuatorianos debemos discernir entre la falsa oferta demagógica y la seria posición que, demuestre capacidad y experiencia para trabajar y concretar proyectos presentados con sensatez y mesura. Nuestras ciudades lo exigen, la ciudadanía lo necesita.
Las posturas intransigentes y radicales deben desaparecer, la necrofilia ideológica y ese amor ciego por ideas muertas ya no tiene cabida en la actualidad. “Repensar el mundo” como apunta con absoluta propiedad Moisés Naim en el conjunto de su obra, es la alternativa.
El viejo axioma popular que afirma que el amor es ciego, cobra total vigencia cuando se trata de la veneración de ideas que, a todas luces, han fracasado en la práctica del día a día, porque lo único que han conseguido es ayudar a que los avivatos se mantengan en el poder a toda costa. Visto y probado de esa manera, el amor no es solo ciego, sino también muy conveniente. Al final del día, los necrofilos políticos aman más el poder que aquellas ideas con las que manipulan a sus ingenuos seguidores, defensores de lo indefendible, allá ellos…por nuestra parte se impone la tolerancia y la compasión por quienes se equivocan frecuente e irremediablemente…