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El Telégrafo
Jorge Núñez Sánchez - Historiador y Escritor

Necesitamos partidos latinoamericanos

01 de septiembre de 2016

La gira política de Cynthia Viteri por Venezuela y su expulsión de ese país han vuelto a poner sobre el tapete un asunto que se veía venir desde hace tiempo: la internacionalización creciente de los actores políticos de nuestros países. Y ha sido la derecha la primera en percibirlo, de la mano del más importante factor político de la derecha continental: la liga de medios de comunicación masiva que dirige la SIP.

En efecto, basta leer un diario o ver un noticiero de TV para comprobar que los medios tienen una sola voz, un solo pensamiento y unas mismas imágenes en todo el continente. Combaten al unísono contra Maduro, Correa o Evo. Aplauden en coro a Macri o a los golpistas brasileños. Y con ello crean un ideario político común para todos los países de la región.

Igual hacen sus discípulos de la derecha continental. Tienen ideas, proyectos y visiones políticas comunes. Así nació con facilidad la Alianza del Pacífico, mientras que la construcción de Unasur y de la Celac llevó años de esfuerzos, frenadas y retrocesos.  Creo que ha llegado la hora de superar unas soberanías que nos vienen estrechas y de formar partidos políticos latinoamericanos, que luchen por causas comunes de nuestros pueblos y actúen con mentalidad de Patria Grande.

Hay antecedentes que nos ilustran y nos empujan a ello. El primero es el de los liberales latinoamericanos que, a fines del siglo XIX, y de la mano de Eloy Alfaro, crearon una suerte de internacional política para coordinar sus mutuas simpatías.

El segundo es el de los nacionalistas–antiimperialistas de la primera mitad del siglo XX (Víctor Raúl Haya de la Torre, Luis Alberto Sánchez, César Vallejo, Benjamín Carrión y otros), que en 1927 se atrevieron a crear el único partido político latinoamericano de que se tenga noticia: Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Fue concebido como un ‘Frente Único Internacional de Trabajadores Manuales e Intelectuales’ para luchar contra el imperialismo, por la unidad política de América Latina, por la nacionalización de tierras e industrias, y por la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo. El APRA tuvo extensiones en Perú, Costa Rica, Chile, Cuba, México y República Dominicana, aunque finalmente solo pervivió en Perú.

Y no podemos olvidar esa Internacional de las Espadas que fue el ‘Plan Cóndor’, por el que se coaligaron las dictaduras sudamericanas de fines del XX para perseguir, torturar y desaparecer a los activistas de la izquierda.

Es hora, pues, de retomar los buenos ejemplos y aprovechar para una acción política común la ola de simpatía creada en el continente por el Socialismo del Siglo XXI, cuyos logros más evidentes han sido la reducción de la pobreza, la mejora de los sistemas de salud y educación, y la modernización de nuestros países. Sobre todo, es hora de pasar a la acción y hacer de las luchas de otros pueblos nuestras propias luchas: de apoyar el proyecto de paz en Colombia, de apoyar la estabilidad democrática en Venezuela, de criticar los planes conspirativos en Bolivia, de denunciar las políticas de empobrecimiento en Argentina, de combatir al golpismo brasileño y a los usurpadores del poder en ese país.

Que cada triunfo de nuestros pueblos sea un motivo de alegría y que cada triunfo del enemigo imperial–oligárquico sea una razón más para unirnos y coaligarnos en un partido de izquierda continental, un partido de masas esperanzadas por un futuro mejor. (O)

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