Historias de la vida y del ajedrez
Nazis hasta en la sopa
Apenas terminada la II Guerra Mundial, un grupo de damas norteamericanas visitó al pintor Diego Rivera y le pidió algún cuadro suyo para ser subastado y ayudar a víctimas de los campos de concentración nazis. El pintor ofreció un total de diez obras suyas.
Cuando las mujeres las eligieron, Rivera les dijo: “Ahora yo quiero cinco de esos cuadros. Los voy a subastar para atender a las víctimas de los campos de concentración de los Estados Unidos. Al fin y al cabo, una víctima es una víctima”.
Pero hay que ser justos: los Estados Unidos no solo tuvieron campos de concentración. También protegieron a criminales de guerra nazis. Lo acaba de revelar Eric Lichtblau, periodista norteamericano, apoyado en documentos desclasificados. El libro se llama ‘The Nazis Next Door: How America Became a Safe Haven for Hitler’s Men’. Lo que en ese libro se muestra, aclara muchas cosas del mundo de hoy.
La importación de criminales de guerra nazis a los EE.UU. fue coordinada entre la CíA y el director del FBI, J. Edgar Hoover. Pero apenas en 1970 el Departamento de Justicia de los EE.UU. empezó a olfatear a grandes criminales de guerra en su territorio. Soobzokov era uno de ellos. Había trabajado durante más de 20 años para el FBI y para la CÍA. En una conversación suya con otro funcionario de la CÍA, que está grabada, dice: “Lo he negado todo, pero ya lo saben. ¿Qué voy a hacer? Ellos saben que tiene algo importante en sus manos. Esto se está calentando…”.
Y la protección era al más alto nivel. Allan Dulles, hermano del secretario de Estado en la administración Eisenhower, reclutaba a los nazis porque los consideraba genios de la propaganda y muy útiles en la Guerra Fría. Tenía su propia lista. Algunos eran “nazis tibios” y otros “nazis ardientes”.
A todos los cobijaba cuando existía alguna acusación contra ellos. Antes de que terminara la guerra, el mismo Dulles se reunió en privado con el nazi Karl Wolff, mano derecha de Himmler, en Suiza. El tema central: Cómo salvarle el pellejo a los principales criminales de guerra nazi llevándolos a territorio norteamericano. De esa manera llegaron miles.
Terminada la guerra, los campos de concentración de los aliados solo tuvieron nazis de poca monta, homosexuales, comunistas y gitanos. Hasta que se fueron extinguiendo. Para ellos era la ayuda que buscaba el pintor Diego Rivera.
En fin: Los nazis fueron más astutos que todo el mundo. Hicieron creer que perdieron la guerra. Incluso muchos nazis que hoy gobiernan en el mundo, no saben que son nazis.
En eso la vida y el ajedrez se parecen. Hay amenazas en todas partes. El problema es que ni en la vida ni en el ajedrez, se acaba de aprender.
1: A5T y el negro no tiene defensa. A 1… RIR, 2: R8A mate.