En el fondo, todos somos héroes, cuando al trabajo se refiere. En medio de un país donde la informalidad, la desregulación y la existencia de un cambio masivo de las relaciones laborales se trata, tener un trabajo estable, remunerado adecuadamente y con el mínimo de derechos que manda la ley, es un lujo. También es una conquista. Es producto de que alguien, en algún lugar del mundo alzó su voz frente a un sistema que consideraba manifiestamente injusto y padeció por ello. Frente a las celebraciones del Día Internacional del Trabajador, es importante hacer un par de reflexiones y ofrecerles una banda sonora más que recomendable.
En primer lugar, y a pesar de todas las celebraciones y palabras grandilocuentes que tendremos este día domingo, el Trabajo como concepto, como derecho y como poderoso mecanismo de mantenimiento del tejido social, están sufriendo la más grande transformación de la historia reciente, y poco nos hemos dado cuenta. La post pandemia (o pre apocalipsis nuclear, llámelo como quiera), ha tenido efectos insospechados en el sistema de relaciones laborales. Ha aumentado la desigualdad, profundizando una economía de quienes pueden acceder a más de todo, y aquellos que no tienen nada. Hay quienes “trabajan” en economías deslocalizadas, que pueden olvidarse de su situación apenas encuentren un mejor mercado, sin generar efectos beneficiosos en las personas o las comunidades. Millones de personas han decidido no volver a sus puestos de trabajo y han decidido empezar de nuevo, en condiciones inciertas. Y millones más – nuestros jóvenes, aquellos mejor formados – se ven forzados a trabajos sub calificados y carentes de expectativas de crecimiento.
Además, y en medio de esto, la informalidad. La necesidad de sobrevivencia lleva a arriesgarlo todo. De jugar en el límite del reglamento, en medio de un sistema que castiga el juego limpio laboral para empleadores y trabajadores, y limita el crecimiento. Deberemos pensar seriamente en generar un sistema equilibrado. Para que no se demonice la libre empresa, y que tampoco, por un discurso de crecimiento sin límites, se afecten los derechos de los más débiles de la clase trabajadora. Para quienes emprenden y construyen un pequeño negocio no los ahogue la burocracia, y que quienes están más desprotegidos. Derechos, sentido común y solidaridad. Poco más.
El primer intelectual del rock, John Lennon se la jugó en este tema. «Working Class Hero» fue el primer single de su primer álbum de estudio en solitario, John Lennon/Plastic Ono Band (Apple, 1971). En la misma, y después de salir del grupo más grande del mundo, creo que tuvo un instante de lucidez, viéndose como un producto más de la industria música. Como un tipo con recursos, pero en el fondo incapaz de que su voz y su esencia como artista no se vea limitada o alterada por lo que los demás exigían de él.
La canción es el homenaje directo a Dylan. En tres acordes, y tratando de mantener un tono de cierta furia contenida, el Lennon de 30 años, con esposa e hijo viendo como la adultez le caía como un yunque y poniéndose la vida en el hombro:
Todavía te dicen que hay sitio en la cima,
pero primero debes aprender cómo sonreír mientras matas,
si quieres ser como los tipos de la colina…
Ser un héroe de clase trabajadora es algo a lo que aspirar.
Esa canción nos interpela a todos. Nos han y nos hemos prometido todo y el mundo se encuentra en un momento de fractura. No nos queda otro camino que se un héroe. Pero de esos solidarios, que ven en la curación del mundo sea para todos, una persona a la vez.
Disfruten su domingo. Crean en el rock and roll.