Los vientos de cambio no funcionaron. El orden internacional se ha fracturado. Y en medio de todo, las cosas en este pequeño y hermoso sitio encaramado en los Andes y amarrado a la línea equinoccial continúan su curso. En ese contexto, estamos a las puertas de un año electoral de los gobiernos seccionales, cosa que definirá mucho de nuestro futuro inmediato.
Les explico. A nivel de nuestra vida diaria, el responsable político más directo no es el Presidente de la República, sino el Alcalde. De acuerdo a nuestra Constitución y el COOTAD, los burgomaestres de las ciudades se encargan de la gestión de los servicios básicos, la gestión del espacio público y la planificación del espacio de lo mejor que hemos hecho como civilización: esas máquinas complejas y poligonales llamadas ciudades.
Actualmente el 70% de la humanidad vive en una. Y en Quito donde vivo yo, está en medio de la crisis de identidad más compleja de su historia. La globalización y la dinámica nacional no le ha sentado bien a la franciscana (eso es una gran mentira) ciudad. Más bien, ha profundizado los conflictos y miserias. Una planificación economizada y elitaria, unido a un Concejo Municipal estructuralmente captado por la real politik y codiciado por los mismos grupos que se repiten en toda la estructura de poder ecuatoriana, ha degenerado en una falta de diversidad en los espacios y toma de decisiones; lo que repercute en la destrucción de las estructuras de sobrevivencia de la ciudad y su gente.
Al Jefe, Bruce Springsteen, le paso lo mismo con ciudad. Sobre él los calificativos como columna vertebral y cinta transportadora entre el rock de los 70 y la actualidad les sobran. De fuerza motivadora de una música honesta, directa y energética, se ha vuelto un prócer venerable que ha hecho de discografía una reseña de cómo suena Estados Unidos. Es probable que sea un género en si mismo. En el año 2000 My City of Ruins (que aparece en The Rising, de Columbia Records), se retrata la historia de una ciudad rota en medio de la debacle de la industrialización americana:
“Las ventanas tapiadas / Las calles vacías / Mientras mi hermano se arrodilla / Mi ciudad (está) en ruinas”.
Los versos cuentan la historia de Asbury Park, Nueva Jersey, una ciudad turística cerca de donde Bruce creció. Springsteen iba mucho por allí cuando era joven, y vio cómo se deterioraba a medida que envejecía. Se volvió una zona casi abandonada. Es una potente y melancólica balada sobre la decepción en las grandes ciudades guiada por un coro de furia y esperanza: Con estas manos / Te pido la fuerza, Señor / Con estas manos… Vamos, levántate.
Quito, como muchas de las ciudades ecuatorianas, están en un proceso de fuerte decadencia. Eso no es un proceso natural. Los centros urbanos y sus habitantes son víctimas principalmente de los políticos, y su incapacidad de poder sostener las posibilidades y creer que en su miope lente de ideología se puede explicar algo tan complejo y fascinante como una ciudad.
Entonces, nuestra situación es que tenemos una ciudad parásita. Quito ya no es una ciudad. Es un cáncer que amenaza al equilibrio sistémico de fuentes de agua, acceso a alimentos, calidad de vida y posibilidades de desarrollo de todos los involucrados. Culpa de este Alcalde? SI. ¿Culpa de los anteriores? SI. ¿Culpa nuestra? Total.
Antes de cambiar una ciudad o intervenir en ella hay que conocerla a fondo. Quito debe ser entendido por los quiteños. Hay que entenderla y “ponerse en los zapatos de la ciudad”. Asumirla como una experiencia orgánica. En ese sentido, la ciudad no es los edificios. Son la intricada red de relaciones que se construye en torno a la plantación urbana. La Red Quiteña es desigual, clasista, estúpidamente nostálgica e impermeable al cambio. Un Alcalde o Alcaldesa decente podría entenderlo. Y hasta ahora no ha sucedido
Finalmente, los precandidatos en Quito tienen una misión: ser mejores que la clase política que los rodea. La ciudad está en ruinas, emocionalmente, económicamente. El país depende de las ciudades para crecer y las ciudades del país para reconstruirse en el marco de la pandemia. Escuchen al Jefe, sería una buena banda sonora de la recuperación.
Nos vemos en 15 días. Crean en Ecuador, aunque mal pague. Crean en el rock and roll.