Conforme vivimos en este tiempo de encierros forzados producto de la pandemia, muchos nos empezamos a preguntar cuál será el impacto del coronavirus a nivel global. Para poder dilucidar sobre un mundo post crisis, es importante en primer lugar hacer una reflexión sobre la dirección hacia donde el mundo estaba avanzando.
En ese sentido, el mundo se encontraba en medio de una transformación liderada por la adopción a gran escala de tecnología, desde los niveles individuales hacia niveles sistémicos. Esto quiere decir que la aspiración era que cada vez se incorporen nuevas tecnologías, que no solo sean usadas por individuos y organizaciones, sino también por grandes agrupaciones trabajando en redes, así también por ciudades y gobiernos.
Esta evolución es conocida como la cuarta revolución industrial. A diferencia de eventos anteriores, la velocidad de los avances actuales no tiene precedentes históricos, evolucionando a un ritmo exponencial, en lugar de lineal. Además, está afectando ya a casi todas las industrias en todos los países. Se estima incluso que el cambio será aún más acelerado cuando se incorpore en el escenario la quinta generación de tecnología inalámbrica, conocida como 5G.
Considerando estos aspectos, una opción probable a futuro es que esta nueva realidad también genere una mayor distancia entre las economías en desarrollo y los países industrializados, incrementando la desigualdad. Sin embargo, como toda crisis, esta también trae oportunidades para países como el Ecuador, siempre y cuando entendamos la necesidad de un cambio profundo en nuestra forma de relacionarnos.
Entre varios cambios, uno de los más importantes será dejar a un lado nuestros miedos, rencores y desconfianzas y cambiarlas por la cooperación. La razón es muy sencilla: Los procesos de innovación que se requieren para esta nueva era están basados en el cooperativismo.
Si no aprendemos a colaborar, corremos el riesgo de perdernos esta nueva oportunidad. A pesar de nuestras diferencias, es tiempo de dejar el pasado a un lado y, por qué no, soñar que esta crisis sea el despertar de nuestro pensamiento colectivo, y que tanto el Ecuador como Latinoamérica, siendo la región más biodiversa e inequitativa, se reinvente en esta nueva era tecnológica hacia la regeneración ambiental y el cooperativismo social. (O) et