Los analistas le darán otros nombres a este 2019 que está a punto de terminar. Quizás lo etiqueten como un tiempo de grandes estallidos sociales en América Latina o como los 12 meses de un estancamiento económico que ha afectado a buena parte de las naciones que componen el continente. Pero, en realidad, este ha sido el año de las mujeres en esta región, un momento de reivindicaciones para poner fin a la violencia machista que tanto nos afecta y limita como sociedades.
Un poco antes de que comenzara el año, los vientos del movimiento Me Too comenzaron a soplar sobre esta parte del mundo. Para abril, el mundo intelectual y artístico mexicano se sacudía por las denuncias de abusos y agresiones sexuales que muchas mujeres hicieron públicas contra músicos, escritores, periodistas y académicos. En la nación donde siete de cada diez mujeres ha sufrido algún tipo de violencia de género, sus voces están reclamando respeto.
La más reciente declaración de la escritora Elena Poniatowska, quien afirma que fue abusada sexualmente hace más de seis décadas por su mentor literario Juan José Arreola, contribuirá –sin dudas– a visibilizar y crear conciencia sobre un fenómeno que sigue afectando a buena parte de las mexicanas. Algo similar a lo que está ocurriendo en Chile, donde nació el himno feminista “El violador eres tú” que se ha extendido a varios países de la región y también ha cruzado el Atlántico para ser repetido por españolas, francesas y turcas, entre otras.
Aunque parezca mucho lo logrado, este es solo el comienzo de un movimiento que ha contribuido a arrojar luz sobre el acoso y las agresiones que sufren las féminas en esta parte del mundo. Estamos apenas viviendo el inicio de algo que promete extenderse por largo tiempo, ayudar a sacudir conciencias, contribuir a emplazar comportamientos y llevar a alguno que otro abusador con uniforme, toga, sotana o corbata ante un tribunal.
Las iniciativas, denuncias y exigencias que han comenzado a escucharse públicamente pueden convertirse en los próximos meses en un verdadero terremoto. Un fenómeno que obligará a replantearse qué hace falta para acabar con la impunidad machista en las calles, las casas, las instituciones y los gobiernos latinoamericanos. (O)
* Tomado de DW