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El Telégrafo
Ximena Ortiz Crespo

Soy mujer

25 de enero de 2020

Queridos lectores y lectoras:

Desafiar los hados ha sido el lema de mi vida. Viajar, experimentar, aprender, estudiar, romper las formas. Ir sobre mi propia inseguridad, sabiendo que solo enfrentando la vida se pierde el temor a vivirla. Sabiendo que solo en el esfuerzo del continuo movimiento la sociedad te respeta y cree en ti.   

El reto que tengo ahora vuelve a desafiarme. Es la primera vez que escribo en una página editorial y al mismo tiempo que realizo un sueño, temo ser juzgada. Soy mujer y me enorgullezco infinitamente de serlo. Ya me fui a explorar lejanas tierras sin un medio en el bolsillo; ya trabajé de empleada doméstica en California; ya viajé sola de un extremo al otro del continente, en bus, sin parar, por tres días, para buscar oportunidades de estudio; ya me gradué de Antropóloga Cultural con honores en una universidad norteamericana; ya obtuve becas para todas las universidades de posgrado a las que solicité.

Sin embargo, tengo recelo al empezar esta columna. Soy mujer y se supone que no debo ser pública. Aprendí dolorosamente lo que cuesta exponerse al actuar en política. Me sentí más sola que nunca cuando tuve que hacer campaña y hablar de mis méritos. 

Logré ser diputada por mi provincia. Antes había sido funcionaria pública en asuntos de diversidad cultural, curadora del más importante museo etnográfico, capacitadora intercultural, administradora de proyectos internacionales de desarrollo y de protección del ambiente. Pero mi mayor y mejor experiencia -la que me permitió florecer como ser humano y perder el temor a ser juzgada- fue ser profesora.

Así que aquí me tienen, de nuevo enfrentándome a los hados y a mis miedos. Haré lo que mi vocación me impone: compartir. Fui educada por mis padres, en una casa con patio soleado del centro de Quito, junto a mis cinco hermanos y cuatro hermanas, para ese propósito.

Hablaré con ustedes sobre cómo veo mi amado país, al que conozco por completo, sobre cómo veo el mundo. Hablaré de educación, diversidad cultural, inclusión, valores, derechos, conflicto y consenso. Estoy segura de que el diálogo será delicioso para ambas partes. (O)

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