Es difícil escribir del dolor. Porque el dolor, el sufrir es inaceptable y devastador. El dolor puede ser inmenso, infinito. Te derrumba y me derrumba. Por eso no quiera Dios enviarnos todo el dolor que podamos soportar. Dura prueba en la vida es el dolor. ¿Cuál es la medida del dolor? Ojalá nunca lo sepamos. Ojalá la vida no nos ponga en una experiencia tan fuerte con el dolor.
Así hago extensiva mi solidaridad y compasión a la familia de las tres personas fallecidas en el accidente de tránsito ocurrido en Guayaquil en la vía a la Costa justo en la celebración del Día del Padre. Un abuelo de 71 años y dos jóvenes de 15 y 17 años fueron las víctimas de un asesino que venía conduciendo su vehículo en estado de ebriedad y en exceso de velocidad. El criminal es José Zambrano Cabrera. Resulta que esté individuo tiene parientes en la policía judicial y trataron en un principio de ayudarlo. Porque el sujeto este se dio a la fuga, atrapado le pegó al vigilante. Aunque el juez de la causa ya le dictó prisión preventiva.
Nada es más doloroso que la muerte de un hijo. Es un dolor devastador, inmenso, corta el aire, se acaba la vida y el dolor es muy intenso y crudo. Para los padres no hay consuelo ni perdón. Los jóvenes eran estudiantes de colegio y se disponían a ir en familia a un paseo en la ciclovía.
Todo el peso de la ley a esté asesino. El alcalde Aquiles ha dispuesto que los abogados del Municipio actúen de oficio para que no haya impunidad ni olvido. En Aquiles está expresada nuestra indignación. Me inclino reverente ante estás muertes inexplicables. Señor ten piedad.