Los días han sido agitados para algunos recolectores de firmas con la determinación fija de estructurar nuevos clubes.
Las fórmulas y leyes vigentes están diseñadas para que los blindajes que antes protegían a muchas federaciones sean más vulnerables, de tal forma que las evaluaciones de sus trabajos sean más públicas, técnicas, consistentes y reales.
Bajo estas nuevas costumbres se buscan cambios y reestructuración en algunas federaciones deportivas, existen muchas que trabajan muy bien y otras que definitivamente cumplieron su ciclo y deben, por el bien de esa disciplina, ser cambiadas e iniciar nuevos procesos.
Pero es aquí cuando llega la pregunta sabia y que busca una respuesta más poderosa aún. ¿Cómo hacerlo?, ¿cuál sería el proceso más noble y lleno de equidad?
Para muchos directivos, con cerca de 10 años o más en sus cargos, el proceso de digestión sobre estas posibilidades es lento y doloroso, existen quienes han cumplido labores fantásticas y por ninguna causa deberían ser cambiados…, otros deben irse ya. Ante el rebrote de esta nueva tendencia, volvieron a surgir los que buscan el cambio intentando adaptar la nueva ley a sus necesidades, deportes que fueron asesorados y recibieron los antídotos a sus males, la forma de escape a sus actuales administraciones.
El problema y la película repetida se dan cuando, amparados bajo el respaldo de un organismo deportivo, realizan las gestiones y, cuando inician el proceso de cambio, el otro organismo deportivo no los respalda.
Es decir, y para que entiendan todos, el COE y el Ministerio del Deporte caminan por sendas diferentes y se alinean a diferentes grupos que inician el reprise de formar dos directivas de diferentes deportes, una que será reconocida por el COE y otra por el Ministerio.
Así se inician zafarranchos de combates, cruces de opiniones, advertencias, reacciones airadas, reclamos, aclaraciones con tonos beligerantes y ofensas que destruyen el espíritu deportivo del asunto y lo vuelven ya un elemento de show de circo.
Otra vez se activan las necesidades de conocer cuál es el organismo que tiene la palabra final en lo que al deporte ecuatoriano respecta.
¿Quién decide? ¿Quién es el que tiene la última palabra?
El COE advierte que, si hay intervención del Gobierno, se corre el riesgo de que Ecuador no participe en Juegos Olímpicos (la verdad es que ya he escuchado eso algunas veces), que la injerencia gubernamental está prohibida (pero no para dar billete).
En conclusión, como se dice en el argot de los que andan a pie: película repetida, erróneos procedimientos y federaciones que sí están sujetas a evaluación.
Es tiempo de que no solo un organismo tome decisiones y, además, cambiar los sistemas de elecciones en federaciones: los deportistas, ex deportistas y dirigentes deben poder votar y elegir a sus presidentes.
¿Me van a decir que Andrés Gómez no podría votar por un candidato a presidente de la Federación de Tenis, o Bonifacio Morán por otro para la de béisbol, Pepe Baquerizo por un aspirante para la de básquet, o José Alfredo Salvador por alguien que pretenda la titularidad de la de surf?
Es cuestión de configurar el universo de votantes y encomendar a los que saben que elijan quién los debe representar.
Una vez más… ¿y quién califica a ese grupo de votantes: el COE o el Ministerio de Deportes?
¡Chuta!... me metí a la misma película otra vez.