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El Telégrafo

Mirarnos con nuestros propios ojos

02 de septiembre de 2011

Cada vez que viene un periodista de visita al país (en muchos casos invitado por los gremios empresariales) sorprende el afán con el que varios colegas de medios privados intentan obtener respuestas. Quieren que el entrevistado diga que en Ecuador se atenta contra la libertad de expresión. Sorprende cómo insisten y casi obligan al periodista a que se pronuncie contra el presidente Correa. Es el caso de Martín Caparrós, periodista argentino que hizo su carrera en el diario  Clarín, ha publicado varios libros y sus crónicas son, sin duda, un ejemplo de buen periodismo. A pesar de los intentos, Caparrós reafirmó que la tan mentada “independencia” y “neutralidad” de los medios comerciales privados no es tal; ni son independientes ni son neutrales. Son medios que responden a los intereses de sus dueños.   A Caparrós no le queda ninguna duda: “Los medios son grupos de poder económico y discursivo”. Tiene razón, de ahí que en el Ecuador los medios han pasado a convertirse también en activos actores políticos. Y no de ahora, es decir en el gobierno del presidente Correa, sino de siempre.  Basta recordar el rol de esos medios en las últimas crisis económicas y políticas, con Mahuad, Bucaram o Gutiérrez. Pero eso sí, nunca como ahora, de un modo tan evidente, han asumido su papel de oposición política.

La existencia, actualmente, de medios públicos, revela el otro discurso, la otra mirada, el otro punto de vista. Ya la interpretación de los hechos no es de uso exclusivo de los medios privados y sus intereses, sino que existe otra lectura y está (o debe estar) vinculada al interés de los ciudadanos y ciudadanas. Lo cierto es que ya no son los grandes medios los que, a toda costa, imponen no solo agendas y discursos (relatos, dicen otros) sino incluso autoridades. 

Después de Caparrós llegaron periodistas vinculados a las agencias públicas de noticias.  Sus principales, como es obvio, casi no aparecieron ni fueron entrevistados por los grandes medios, pero su presencia permitió no solo conocer esas otras miradas, sino abrir espacios de reflexión en torno al rol de los medios, las leyes de comunicación que se promulgan en el continente, y también lo que es y debe ser la relación de medios públicos y gobiernos. La existencia de las agencias de noticias públicas es fundamental. Ya no nos enteramos de lo que sucede en nuestros propios países a través de las agencias de afuera. Es decir, ya no nos acercamos a lo nuestro desde la mirada impuesta por grupos hegemónicos del norte.  Y quizá sea esto lo que enfada y molesta. Hoy podemos mirarnos con nuestros propios ojos. Y por tanto, reconocernos tal cual somos. Y esto es clave para el ejercicio ciudadano y, por supuesto, para la democracia.

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