Desde 1981 cada 25 de noviembre es el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, así el mundo recuerda la lucha de las hermanas Mirabal, las mariposas que hicieron temblar a Trujillo en República Dominicana y fueron cruelmente asesinadas por la dictadura en 1960.
En el Ecuador llegamos a este día con 101 femicidios, con 7 de cada 10 mujeres agredidas de cualquier forma, con niñas y adolescentes violadas, pariendo hijos de sus padrastros, tíos, primos, abuelos o pariendo a sus hermanos.
Durante el 2020, la pandemia nos condenó a golpes, gritos, patadas y hasta la muerte; en un país que silencia la violencia sexual a varones cuyas cifras no se conocen y en donde los estereotipos de género se reafirman en discursos presidenciales que niegan la violencia y solo nos piden estar bonitas y arregladitas para conseguir novio.
Llegamos a este 25N, con más violencia patrimonial, más violencia política, menos mujeres en la papeleta, más políticos misóginos y el uso de redes sociales para desacreditarnos, redes en manos de terroristas emocionales que no soportan a las feministas, a las insumisas.
Con una justicia tardía, que concede visitas a padres agresores poniéndonos en riesgo, con jueces y juezas que en sentencia afirman que la violencia intrafamiliar es un problema de adultos. Con un sistema de atención que nos maltrata, nos lanza la puerta en la cara y niega medidas de protección.
Las mujeres demandamos acciones del gobierno nacional y gobiernos locales, los municipios tienen competencias que no usan para crear programas de prevención, educación y actuación frente a la violencia.
Nos urgen políticas de igualdad, protección, seguridad social, un sistema de atención humano, un sistema judicial que no proteja a violadores y asesinos.
Las mujeres diversas y organizadas, seguiremos luchando a diario contra el machismo que mata. Somos miles las mariposas que haremos temblar el mundo frente a la injusticia, el miedo y la desigualdad. (O)