En las últimas semanas, dos noticias han vuelto a poner sobre la palestra al tema de la migración transnacional. A comienzos de septiembre, el alcalde de Nueva York, Eric Adams, declaró que la Gran Manzana vive una crisis, al recibir a más de 10.000 migrantes mensualmente. “Solíamos recibir migrantes de Venezuela, ahora llegan de Ecuador, de Rusia, de África Occidental”, sostuvo Adams, quien añadió que esta crisis “va a destruir la ciudad”.
Por otro lado, las autoridades de la isla italiana de Lampedusa, ubicada en el mar Mediterráneo, cerca de las costas del norte de África, han declarado un estado de emergencia luego de la llegada, en solamente dos días del mes de septiembre, de más de 7.000 migrantes. El alcalde del ayuntamiento de Lampedusa, Filippo Mannino, señaló que “no tenemos las estructuras y la logística para enfrentar todo esto”. En lo que va del año, Italia ha recibido a más de 120.000 migrantes y refugiados.
La relación entre los migrantes, los refugiados y las sociedades es, precisamente, la temática central del Informe sobre el Desarrollo Mundial del 2023, preparado por el Banco Mundial. El informe señala que cerca de 184 millones de personas, o el 2.3% de la población del planeta, viven afuera de su país de nacionalidad. También menciona que la migración es un viejo mecanismo a través del cual las personas, a lo largo de la historia, han respondido a desequilibrios como las crisis económicas o se han adaptado a shocks como los conflictos armados.
De manera interesante, el informe del Banco Mundial plantea que no existe una dicotomía simple entre los países de origen y recepción de migrantes y refugiados: muchos países son origen a la vez destino de movimientos de población. Asimismo, los migrantes se trasladan no solamente a los países ricos de Occidente: un porcentaje algo mayor (43%) de migrantes y refugiados viven en los países de ingreso bajo y medio, en comparación con el porcentaje (40%) que vive en los países desarrollados miembros de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE).
Al igual que otras problemáticas de carácter transnacional, la migración supone un desafío para un sistema internacional compuesto por Estados soberanos que reclaman control sobre los flujos de personas, bienes y capitales que entran y salen de sus fronteras. Existe una evidente (y creciente) brecha entre el imperativo de ejercer soberanía por parte de los Estados y el volumen y magnitud de los flujos transnacionales, incluidos los de migrantes y refugiados: esa es la esencia de la fase histórica de globalización en la que nos encontramos.