El momento que escribo esta columna, Venezuela vive un momento crucial. La permanencia del (des) gobierno de Nicolás Maduro junto a todos quienes han secuestrado el hermano país, llevándolo a la miseria, se vuelve incierta.
Juan Guaidó ha recibido el respaldo de la mayoría de países de la región luego de su investidura como presidente interino y ha recogido el anhelo de millones de venezolanos que desean librarse del chavismo. Guaidó se ha transformado en el catalizador positivo de la esperanza y el negativo del miedo en la Venezuela que grita libertad. Es una oportunidad a favor de la democracia y en contra de una dictadura que, en esta ocasión, no debe perderse.
Para llegar al “momento Guaidó” se han sucedido diferentes episodios en la lucha por la libertad. Maduro ha pisoteado a todos. Bien sea amañando resultados como sucedió en abril 2013, encarcelando líderes de oposición, matando a manifestantes en su contra, e incluso eludiendo vía golpe de Estado su mayor derrota electoral de 2015.
Derrota que llevó a la oposición a ser mayoría en el legislativo, motivo por lo cual el chavismo terminó desconociéndolo y conculcando la decisión electoral de las mayorías. Luego de esto armó una espuria asamblea constituyente y tejió una farsa de elección para poder justificar su permanencia en Miraflores.
Queda claro que, para Maduro y los demás secuestradores del pueblo venezolano, mantener el poder es un asunto de supervivencia. Poco o nada les importa si hoy o mañana mueren miles en las manifestaciones o si huyen de la miseria millones más. A ellos solo les importa seguir en el poder, sobrevivir.
Por eso irán contra todo lo que representa y trae consigo Juan Guaidó. Pisotearán las resoluciones internacionales en contra de la dictadura. Invocarán a Putin, Chávez y a cuanto demonio se hayan entregado. No cesarán de infundir miedo y prebendas en los mandos militares para que les sigan respaldando.
Harán todo lo necesario para no terminar como Mussolini ni como Gadafi, un final que a las dictaduras les resulta el mayor de sus miedos. (O)