Hace poco asistí a una sesión de Zoom sobre los micromachismos. Al principio me llamó la atención, pero ahora manifiesto mi preocupación porque al formar parte del mundo masculino, al final de la sesión sentí una culpa ajena o propia, porque caí en cuenta que el machismo está inmerso en un modelo masculino incrustado en micro relaciones de poder, que afectan al mundo femenino.
¿Qué son los micromachismos? Son gestos sexistas o machistas –algunos muy sutiles- que perpetúan los roles de género, machismo, expresados en violencia suavizada contra las mujeres. Ponen en evidencia la falta de igualdad entre hombres y mujeres, a través de actitudes toleradas por la sociedad. Algunos ejemplos de micromachismos en la vida cotidiana: “Las niñas son princesas”. “Rosado para las niñas; azul para los niños”. “El hombre y una mujer no pueden ser amigos”. “Los hombres no lloran”. “Corres como una niña”. “Qué suerte, tu marido te ayuda en casa”. “Solo las mujeres entregan ramos de flores”…
Los hombres y las mujeres somos hijos de mujeres. No es una tautología. Las mujeres impregnan no solo un sello genético, que se fortalece por las raíces biológicas –nueve meses estuvimos en sus cuerpos-, sino por los comportamientos amparados por las matrices culturales. Estos comportamientos “invisibles” –según los expertos,- ponen en evidencia sistemas de violencia y dominación. Son coercitivos, encubiertos o de crisis, y sus efectos inciden en la autonomía y psiquismo de las mujeres.
Otro patrón asimismo importante es el reconocimiento que este sistema de comportamientos es el caldo de cultivo de la violencia doméstica, grabada en modelos de dominación (poder), que es reproducido por las propias mujeres en los espacios domésticos desde que nacen los niños. Si bien esta reflexión es polémica despeja algunas hipótesis, como aquella que sostiene que “el machismo es formado por las mujeres”.
Las soluciones no son fáciles, pero hay que intentar reconocer que estas microrrelaciones fortalecen la dominación masculina. Por eso es necesario delinear estrategias para eliminar esta violencia invisible, impedir la “normalidad” de esta falta de equidad de género y evitar la supuesta superioridad de hombres sobre mujeres. ¿Una nueva coeducación en ciernes? (O)