Comenzaré confesando que soy borrego. Por lo menos eso es lo que supongo cuando un sector de la oposición me define de tal manera. O a lo mejor tengo intereses en el Gobierno, recibo salario extra por pronunciarme por el Sí o simplemente tengo una enferma obsesión por los totalitarismos. Porque todos parecemos estar metidos en el mismo cajón. Habrá quienes lo sean. Pero habrá quienes haremos un voto cavilado, un voto de confianza. Sí, señor Roldós, muy a su pesar también hay “ciudadanos de a buseta, de a pie, de la vida cotidiana” que vamos a votar Sí. Son ciudadanos que creen y confían en alguien, y que su voto contestatario, como usted lo llama, será en razón de las evidentes falencias de un sistema arcaico y excluyente.
Pero el mío no será un voto en plancha. Según el Gobierno, solo le daré nueve veces Sí a la patria. No por eso creo que sea peor ciudadano. Ni tampoco creo ser parte de la oligarquía, ni de la “banca corrupta”, ni he sido manipulado por los medios de comunicación.
Aparte de estas consideraciones previas, el discurso no puede ser “para derrotar el fascismo” o “esta vez no”. Eso no responde a la cuestión fundamental. Eso no ataca el problema y, menos aún, da una solución. Porque decir que la consulta popular, ya a estas alturas, es una manera de concentración de poder, es dar patadas de ahogado. ¿Dónde está la altura de los argumentos, dónde están las cuestiones de fondo, dónde están las propuestas, las fiscalizaciones? Porque evidentemente un gobierno no es totalitario cuando pregunta. Totalitario es aquel que cerca el Congreso con tanques. Totalitario aquel que se declara “dictócrata” (además de ser muchas otras cosas más). Totalitario el que “sucretiza”. Bueno, no sé si totalitario; pero de seguro corrupto o inepto.
Son innegables las deficiencias de nuestro sistema. Son innegables los vicios de nuestro órgano judicial: ahora y hace veinte años. Pero usted que va a votar No, ¿cuál es la solución entonces? Porque estoy seguro de que por lo menos concordamos en que buena parte del sistema judicial es corrupto. Entonces en 30 años de supuesta democracia no puede ser que sea la primera propuesta para componer esa depravación de organismo. No puede ser que en pleno siglo XXI sigamos recurriendo a los jornaleros, al huasipungo, al obraje. Y no puede ser esa la excusa para no afiliar a un trabajador al IESS, teniendo a la mano una variedad de formulismos legales para la contratación.
Ese es mi voto, esa mi justificación. ¿Cuál es la tuya?