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El Telégrafo

Mi tributo al trovador

14 de julio de 2011

Con profunda tristeza y consternación recibí la noticia del asesinato del cantautor argentino Facundo Cabral, ocurrido el pasado fin de semana en Guatemala. Según las investigaciones preliminares, las balas criminales iban dirigidas aparentemente al empresario que lo contrató para dar sus conciertos en dicho país, lamentablemente para sus admiradores y seguidores, él se encontraba a su lado en el vehículo en el que se transportaban.

El maestro Cabral, a lo largo de su atribulada, azarosa y múltiple existencia, nos dio muchas lecciones sobre cómo enfrentar las vicisitudes de la vida con optimismo y fortaleza de espíritu. Aunque tuvo una infancia dura y desprotegida, al punto de ser encerrado en un reformatorio. Al poco tiempo, consiguió escapar y, según contaba, encontró a Dios en las palabras de un viejo vagabundo, llamado Simeón.  Recordaba con nostalgia algunas de sus frases, como por ejemplo: “Gracias a la soledad me conozco, es algo fundamental para vivir. La vida no te quita cosas: te libera de cosas, te alivia para que vueles más alto, para que alcances la plenitud. De la cuna a la tumba es una escuela; por eso, lo que llamas problemas, son lecciones. Haz solo lo que amas y serás feliz. El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser, será, y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud, todo es posible y sin esfuerzo,  porque te mueve la fuerza natural de la vida, la que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija; la que me mantuvo vivo, cuando los médicos me diagnosticaban tres o cuatro meses de vida”. Cito otras de sus hermosas reflexiones: “Dios te puso un ser humano a cargo, y eres tú mismo. A ti debes hacerte libre y feliz. Después podrás compartir la vida verdadera con los demás. Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que esa criatura que estás viendo es obra de Dios y decide ahora mismo ser feliz, porque la felicidad es una adquisición”. Finalmente, otro agudo pensamiento del maestro Cabral, que anida muy bien en nuestra sociedad: “Escapa de los que compran lo que no necesitan, con dinero que no tienen, para agradar a gente que no vale la pena”. Para concluir con este pequeñísimo tributo al poeta, debo decir que su desaparición física nos deja un gran vacío. Sin lugar a dudas, Dios está recogiendo a sus huestes, van quedando pocos trovadores, sin embargo no debemos acongojarnos, hay que despedirlo con sus propias palabras: “El que murió, simplemente se nos adelantó, porque allá vamos todos. Además, lo mejor de él, su amor, sigue en nuestros corazones”.

Maestro, nos legaste un pedazo de tu alma y esta es inmortal. ¡Querido Facundo, hasta la victoria siempre!

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