A cualquier golpe certero de timón gubernamental, la oposición se ha dado en llamarlo ‘metida de mano’. Que a la justicia, que a la educación, que a las momias cocteleras de la vieja diplomacia, que a los bancos privados y sus medios de comunicación, en fin, a cualquier cambio, por mínimo que sea, los ‘contreras’ lo descalifican con el cuento de una metida de mano. Y en tratándose de metida de mano el pueblo también tiene la suya, a propósito de ‘La mano sucia de Chevron’, comenzando con la diestra del Presidente a la que se han sumado las manos solidarias de científicos, académicos, periodistas, activistas del medio ambiente y de los derechos humanos, políticos, humanistas, actores y estrellas de cine a nivel mundial.
La monstruosa campaña montada por la gigante petrolera en contra de Ecuador es como que se diluyera a la luz de la cruda verdad que exhibe el país como el único argumento para contrarrestar la demencial ofensiva de Chevron, a la que se sumaron algunos vendepatria locales disfrazados de juristas que han alquilado su mentalidad de ratón y su pluma sumisa al nefasto precio de la traición. Son los que aún mangonean la línea editorial de la gran prensa comercial opositora con la pretensión de dictar normas de conducta a una sociedad que les sorprendió in fraganti encharcados con la mano sucia de Chevron.
La campaña diáfana y transparente exhibiendo al mundo la pura y simple alzada de manos embadurnadas en residuos tóxicos y chorreando crudo ha tenido el efecto de desenmascarar la diabólica contaminación ambiental provocada inequívocamente por la petrolera, con la formidable fuerza demoledora de desvirtuar los embustes y dejar en evidencia la mafiosa trama de la poderosa transnacional que precisamente a esta hora recibe el agravio de haber sido considerada como la compañía más peligrosa del planeta. Esto constituye el justiciero efecto búmeran para desmentir tanta manipulación y desinformación.
Quienes no han metido la mano por el país son ciertas sospechosas ONG, financiadas desde afuera con la finalidad de hacer oposición política a toda acción gubernamental orientada a la búsqueda de recursos económicos para financiar el desarrollo y bienestar nacional.
Por ello se oponen a la minería, a las rondas petroleras y a toda inversión productiva. Lo hacen con el membrete de ambientalistas, pero son funcionales al capitalismo salvaje y depredador.