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El Telégrafo

Mercaderes de la muerte

07 de septiembre de 2011

Ya el alcohol cobró sus cincuenta víctimas mortales, dejó una docena de ciegos y varios centenares de castigados. Y recién se ha logrado encontrar a unos criminales que distrubuyeron el metanol en las marcas mortales… Eso demuestra la cadena de complicidad perversa que existe en muchos sectores del país entre borrachitos, traficantes, cómplices y encubridores. Eso demuestra también la extensión generalizada de este vicio de la borrachera, signo de machismo enfermizo, decadencia moral, destrucción familiar y despojo humano. Algo anda mal entre nosotros por la realidad de esta catástrofe nacional. Muchos criminales andan sueltos: unos, empresarios que mezclan el metanol; otros, gente sencilla que se hace cómplice y encubridora de semejante masacre. Cómplices aquellos que venden alcohol porque fomentan el vicio. Cómplices los que aceptan negociar cualquier alcohol sin averiguar si tiene registro sanitario. Cómplices también los que no se percatan de su mala calidad.

Encubridores los papás que aceptan y hasta ofrecen alcohol a sus hijos jóvenes o menores de edad. Encubridores los medios de comunicación que hacen propaganda de todas clases de alcohol. Encubridores los que organizan esos concursos del mayor tragador de cerveza. Encubridoras cuántas clínicas privadas que se lucran con la promesa falaz de resolver en un 3 por 4 los problemas de alcohol, etc., etc.

Tal vez la lista nacional de los responsables directos e indirectos sea interminable: estos cincuenta muertos son una vergüenza nacional por estos traficantes de la salud y de la vida de nuestros compatriotas. Hemos perdido mucha capacidad de sentir vergüenza y tener dignidad.

Tal vez eso permita descubrir el gran valor de los múltiples grupos de Alcohólicos Anónimos. Ellos nos dicen que el alcoholismo es una enfermedad incurable y progresiva: uno se queda alcohólico toda la vida y si no entra en un programa de abstinencia seguirá peor. Esta enfermedad se detiene gracias a un grupo de apoyo, verdadera comunidad de destino y de esperanza segura. Los Alcohólicos Anónimos se prometen a ellos mismos, cada mañana, no tomar durante 24 horas. Rezan personal y colectivamente la bella oración siguiente: “Señor, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquellas que puedo cambiar y sabiduría para reconocer la diferencia entre las dos”.

Comprometámonos a luchar juntos contra esta plaga social, porque todos somos responsables de su erradicación.

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